La ciudad es testigo a diario del devenir de sus gentes. Impávida y silenciosa, está presente en nuestro continuo trasiego sin que tengamos consciencia de ello; estamos tan habituados a su presencia que ni siquiera reparamos en que está ahí.
Observando las situaciones que en cada instante se suceden en cualquier núcleo urbano, podemos aprender mucho de nosotros mismos, de quienes somos y de lo que hacemos cotidianamente.
El fotógrafo es un coleccionista de luz selectiva, cuyo objetivo es transmitir sensaciones, haciendo tangible y material la fugacidad de las imágenes. La fotografía tiene la capacidad única de arrancar un instante del devenir de los tiempos. Se trata, en definitiva, de congelar en una fracción de segundo, momentos únicos llamados a perpetuarse y asimismo, que sea el fotógrafo el que tenga el maravilloso privilegio -reservado únicamente a su persona-, de decidir que sea ése mismo momento y no ningún otro, el que quiere...conservar para la eternidad. La luz, los personajes y todos los demás factores compositivos juegan un papel fundamental en la elección de ese fragmento de tiempo que quedará guardado para siempre.
Puedo afirmar, en definitiva (en cuanto a la fotografía no escenificada se refiere), que un amplísimo espectro de casualidades y causalidades incontrolables tienen que confluir en un determinado momento para conseguir verdaderamente una foto de la que poder estar satisfecho.
En mi discurso, los clásicos conceptos del arte ausencia - presencia son una constante. La ausencia basa su existencia en la presencia y viceversa. Constituyen un todo y un nada que finalmente encuentran convivencia armoniosa. En aplicación de sendos conceptos, en mis fotografías alterno la presencia y la ausencia del ser humano. La presencia se manifiesta en las imágenes en las que permanezco invisible ante los ojos de los sujetos anónimos que capturo con mi cámara. Vidas corrientes de gente corriente, que es en definitiva lo que transita todos los días por la senda del paisaje habitado; personas aparentemente ajenas a nosotros, con las que sin embargo, a buen seguro compartimos mucho. Sin duda, en un momento dado podríamos ser una de ellas, pues con toda probabilidad, en nuestro discurrir habitual por la ciudad siempre habrá alguien observándonos, que aunque tan sólo sea por un instante, pueda imaginar una historia en la que a buen seguro seríamos los absolutos protagonistas.
En consecuencia a todo lo anterior, las fotografías en las que la ausencia del ser humano es evidente, manifiestan por su parte tanto la frialdad como la artificialidad del paisaje urbano, un paisaje que se muestra totalmente incompleto, pero en el cual la mera intuición de presencia del hombre, torna en cálido inmediata, definitiva e irreversiblemente.
"Ciudad es ante todo plaza, ágora, discusión, elocuencia. De hecho, no necesita tener casas, la ciudad; las fachadas bastan. Las ciudades clásicas están basadas en un instinto opuesto al doméstico. La gente construye la casa para vivir en ella y la gente funda la ciudad para salir de la casa y encontrarse con otros que también han salido de la suya"
José Ortega y Gasset
Entrada actualizada el el 09 may de 2016
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