A fines del siglo XIX el pensamiento ilustrado dio origen a distintas instituciones que se propusieron exhibir el orden de las cosas. Las enciclopedias, con su reunión del caudal de conocimiento de una época y, los museos -lugares de disciplina y confinamiento para los objetos- nacen en aquel momento iluminado por el sol de las ciencias. Desde entonces, muchas de las verdades pregonadas, indiscutibles, se vieron refutadas por nuevas evidencias o, mejor dicho, por un modo distinto de interpretar las evidencias. Cada época tiene una episteme, señaló Michel Foucault, un espacio de orden sobre el cual se ha constituido el saber. A conocer ese espacio, superposición de lo racional y de lo cultural, se ha dedicado el escultor Danilo Danziger con su Paleobotánica australis, la 'enciclopedia' que desarrolló en los últimos diez años: 2002-2012. Una porción de tiempo, casi despreciable para los plazos de la evolución que las obras ... citan. Sin embargo, los años que acotan su empresa tienen como inicio uno de los momentos más críticos de la Argentina, que bien podría compararse con las cesuras de las eras geológicas. El default, los cacerolazos, las redes del trueque, la violencia, la lucha y la recuperación, actúan de fondo a la cronología que traza la muestra, y justifican, en cierto modo, la actitud recoleta, el ensimismamiento que la metodología de su trabajo supone; largas caminatas en la tradición del aimlessly walking que autores como W. G. Sebald, y Baudelaire describen. Un fructífero andar donde el paso se coordina con el aliento y juntos conforman un 'mantra' que difumina el paisaje y focaliza su energía en el interior del caminante. Así, los bosques fueguinos que Danziger disfrutó caminar en, al menos, treinta y cinco oportunidades, mostraron su 'historia natural' que el escultor no se demoró en transmutar en 'historia cultural'.

El discurso de las ciencias introdujo a Danziger en la poesía de las formas naturales. Luego de muchos años de trabajar con metal, la piedra se evidenció como el material más apropiado para expresar los volúmenes orgánicos de un extenso conjunto de semillas, frutos y raíces que conforman el repertorio de su enciclopedia. Es el caso de los Bulbus devónicus, esculturas inspiradas en las formas geométricas de los bulbos, raíces que almacenan nutrientes, de allí su aspecto similar al de un matraz, metáfora de la matriz gestante del milagro químico de la vida. La historia natural fue la ciencia decimonónica que explicó la evolución. Danziger se apropia de su lenguaje científico, del latín -de su poder y autoridad para nombrar todo aquello que existe sobre la faz de la tierra- para dar vida a unos objetos que cruzan lo que 've' con lo que 'conoce' y, fundamentalmente, con lo que 'asocia'. Así, en Bulbus recargabilus, el contenedor se estira, sus extremos se retuercen y sellan un verdadero 'bulbo-batería': una forma natural modificada por la emergencia del humor en el ánimo de su autor. También el pseudo- latín es un guiño jocoso a la voluntad universalista de las ciencias. Quercus láctica australis es tanto una forma verosímil de denominar a un roble -tal vez blanco (¿)- de la zona austral, como a la corona de su fruto, la bellota, que el escultor asocia con la forma de un pezón.

Magnificat bulbus duch, homenajea al exuberante repertorio de frutos que nos legara la cultura Mochica del Perú. Es una flor de loto y, a la vez, una regadera de ducha. Natural versus cultural, industrial, su forma ensaya un desafío técnico para el escultor: el sutil pasaje entre el pentaedro del tallo y la esfera del bulbo. Danziger se propone entender y ejecutar el modo en que la naturaleza une estos dos cuerpos geométricos. Lo asiste el dibujo donde va buscando la lógica de las formas y las posibilidades del material.

Danziger dispone los ejemplares de su Paleobotánica australis en pequeños universos museales: vitrinas antiguas que exhiben conjuntos cuya ficción de orden la establece el propio mueble, en tanto 'dispositivo de exhibición'. El escultor allana la comunicación utilizando el 'modelo museo', una episteme activa en el público de arte actual. El orden, la clasificación que los museos presentan, son un modo de narrar objetos que, a pesar de ser externo al arte mismo, forma parte del discurso artístico contemporáneo. Escaparates, anaqueles, cartelas, son los dispositivos para exhibir y nombrar fragmentos del mundo que el museo con su modo de enunciar ofrece cual si fueran los objetos en su totalidad.

La Prehistoria es algo más que un tema en la obra de Danziger; aludir a ella tiene por intención volver la mirada hacia un momento de mayor armonía entre el hombre y la naturaleza. También a evidenciar el tiempo como testigo inexorable de los procesos de la vida. Así, los misteriosos fósiles se develan como esculturas naturales, piedras 'talladas' por el reemplazo mineral de una antiquísima vida orgánica, la transformación de esa energía. Phytoceras antártica, Lythoceras antártica o el grano de polen de la lenga, son las huellas de la belleza y el arcano de la persistencia de aquellas formas aún presentes en plantas y animales actuales.

Los ciclos de la vida y sus mecanismos para sustentarse hacen de Paleobotánica australis un reclamo sensible hacia el valor de la observación, donde la naturaleza asevera que las formas responden al contenido y, el arte, se empeña en contradecirla al permitir la emergencia de lo imaginario.