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El origen de este conjunto está en mis recuerdos de infancia. Junto a mi familia pasaba parte del invierno en un pueblo de la Costa Cantábrica, donde encontraba un entorno natural asombroso para mis juegos. En una de mis fantasías más recurrentes yo formaba parte de una tribu, en una lejana era cuaternaria. La visita a un museo de prehistoria y el conocimiento de ciertos libros ilustrados había encendido mi imaginación en este sentido.

Por otro lado, mis invenciones no estaban muy alejadas de la realidad, ya que a mi alrededor los adultos se dedicaban a actividades idénticas a las de aquellas tempranas edades del hombre. Me refiero al aprovechamiento de los recursos de la costa y de los bosques, la recolección de setas y frutos, el marisqueo...

Todas estas experiencias dejaron en mí una fuerte y mágica impronta.

Hacia el año 2000, cuando estudiaba Prehistoria en la universidad, estos recuerdos surgieron y comencé a plasmarlos artísticamente, tratando de transmitir en cada obra aquella infantil percepción de las cosas.

El recuerdo de una ballena varada en la orilla, y otras experiencias, se convertían en la materia prima de estas evocaciones. Y a través de estos elementos podía plantear cuestiones que me interesan, como la relación del ser humano con el medio ambiente, o una perspectiva ética y existencialista sobre la naturaleza de los seres vivos.