La muestra recoge un conjunto de 25 fotografías que ofrecen un recorrido por las canteras de Menorca, las salinas de Malta y la escollera del puerto de Barcelona, tres áreas geográficas distintas que, sin embargo, comparten un escenario común: el Mediterráneo. En estas tres ubicaciones, sin otra meta que la funcionalidad y junto con el desgaste del tiempo, el trabajo del hombre ha plasmado una nueva realidad, mágica y poderosa. Las series presentadas forman parte de un proyecto de gran envergadura titulado Passatges, en el que Guillem Vidal parte de la misma mirada y de las mismas inquietudes para explorar diversos ámbitos geográficos. La muestra ha sido producida por la Fundació Sa Nostra y se ha exhibido en las salas culturales de esta fundación en Ciutadella y Maó (Menorca).

PEDRA Las fotografías de Menorca ... muestran canteras excavadas con métodos manuales tradicionales o mecanizados. La técnica tradicional genera texturas que evocan grabados y volúmenes orgánicos. Por el contrario, la extracción mecanizada crea volúmenes geométricos y texturas cuadriculadas. El trabajo del hombre en las canteras se caracteriza por acciones puntuales, sin programación o planificación. Sobre esta base, y según la calidad de la piedra, con el paso del tiempo se ha añadido una nueva textura, que ha dado como resultado un espacio que nos sorprende por su aleatoriedad y capricho: escaleras que terminan en el vacío, rincones que nos remiten al sexo, texturas en las que proyectar nuestros paisajes mentales.

SAL De Malta, la cámara del fotógrafo ha recogido las salinas excavadas en la roca, junto al mar, en un entorno característico. Salinas pequeñas y grandes, de formas orgánicas o rectangulares, en uso o abandonadas, rodeadas de construcciones excavadas en la roca, en un entorno modificado según las necesidades de acceso o uso, y siempre bajo la omnipresencia de las huellas erosivas del agua y el viento. Las salinas forman retículas que, observadas al microscopio o a través de cuadrículas claras, parecen protozoos. En algunos casos, estos mismos elementos adoptan la imagen de unas termas romanas o el aspecto ingenieril de grandes canalizaciones. En otros, se transforman en recipientes alquímicos que convierten el agua en sal. A veces, incluso, parecen esculturas sacadas de una exposición de Henry Moore y tumbadas pacientemente bajo el sol.

Mallorca, 235 - 08008 Barcelona - +34 93 487 35 88 - www.kowasa.com - gallery@kowasa.com MAR Del puerto de Barcelona, la exposición muestra la escollera y las intervenciones de los pescadores: el espacio caótico de los bloques de cemento frente a las construcciones frágiles y efímeras de los pescadores, y también el mar en movimiento, las olas que desfiguran los cubos de cemento y desguazan las endebles construcciones. Se trata, sin duda, de una lucha entre el hombre y la naturaleza que se reproduce cada año, mediante nuevas construcciones, pintadas de blanco y destinadas a desaparecer con la llegada del otoño. Estas construcciones efímeras respiran el encanto y la poética de lo humilde, la escala humana de las construcciones populares y el bricolaje de la pequeña intervención.

Por estos escenarios ha deambulado el fotógrafo en busca del rastro humano. Y ha encontrado al hombre dialogando con la naturaleza, en pleno esfuerzo por borrar estos paisajes alterados, fruto de su propio trabajo.

Los recursos empleados por Guillem Vidal han sido la fotografía en blanco y negro y el formato cuadrado. Sumados a los encuadres cerrados y a la falta de cielo u horizonte, dichos elementos potencian ciertos aspectos del escenario. La falta de un referente que aporte el tamaño de la escala crea un efecto de extrañeza y desconcierto que genera lecturas múltiples. La composición, contundente y limpia, destaca un elemento para transformarlo en protagonista.

Las series de PEDRA, SAL, MAR están repletas de referentes, alusiones y homenajes a nuestra cultura visual: un paisaje nos puede recordar un cuadro de Caspar David Friedrich, una pintura metafísica, un fotograma de una película expresionista, mientras que un espacio puede fácilmente verse transformado en la representación misma del absurdo, en una pesadilla kafkiana. En un detalle reconocemos un Klee, un Mondrian, el arte povera, una muestra de informalismo o de constructivismo, una estampa japonesa. Asimismo, las fotografías de Guillem Vidal, observadas como simples documentos, son apuntes de la información antropológica, cultural y tecnológica que contienen los rastros dejados por la labor humana sobre estos nuevos paisajes. A la vez, las mismas imágenes se convierten en metáforas de situaciones existenciales en las que nos sentimos capaces de proyectar nuestras aspiraciones y miedos en torno a la aventura de la vida y sus pruebas.