Descripción de la Exposición Los hombres viven sin saberlo en el fondo de un mar turbio, alimentándose de las visiones opalescentes que hasta allí descienden, confundiendo el cielo con las aguas. Sus almas emergen burbujeantes desde las más recónditas hendiduras de los arrecifes coralinos como esferas ígneas y estallan más allá de la superficie que limita su mundo, liberando imágenes tenuemente antropomorfas parecidas a insectos alados pequeños y luminosos. Protegido como por la membrana del interior de un huevo, el mundo, según Demócrito, queda recubierto por una red de átomos en forma de anzuelo entrelazados. Ángeles, sirenas aladas y cigarras socráticas, expertos pescadores del mediterráneo, lanzan a la hora de la siesta anzuelos con cebos de belleza incandescente para ayudar a las almas en su ascenso a través de los círculos celestes, tensos y vibrantes a su paso como las cuerdas de un arpa, permitiendo a aquellas olvidar todo recuerdo superfluo que sea lastre que las ancle a su vida subacuática, preservando sólo las imágenes inapreciables de su infancia. Llegadas al campo florido de las galaxias, las almas, que viven una vida eterna sin saberlo, se entregan felices a juegos pueriles, persiguiendo mariposas y buscando flores en los márgenes exuberantes de los bosques sagrados. Adentrándose en grutas mágicas descubren en su interior pequeñas casas de barro en las que reconocen aquellas en las que vivieron sus primeros años, con sus jardines sembrados de asfódelos y de granados. Transcurrida una década, hostigadas por la búsqueda de presas aún más bellas, se pierden inconscientemente en la espesura de los bosques. Allí, enormes ángeles guardianes les conducirán pacientes hacia puentecillos vacilantes, de tablas que ceden; hacia barrancos ocultos tras macizos de flores; hacia serpientes tutelares que acechan enroscadas en descomunales varas floridas de digitales purpúreas. Tras el encuentro ritual, el suelo se abre bajo sus pies, ese suelo supraceleste hecho de jaspes, cornalinas y rubíes, y las almas, siempre proclives al asombro, comienzan un largo deslizarse por una red neuronal de túneles de luz que hará de ellas crisálidas, asteroides, semillas de mundos insólitos. Finalmente, depositadas sobre el limo fértil y piranesiano de nuevos arrecifes, encarnadas ya, iniciarán juegos de imaginación de cuya eternidad son cómplices cigarras y sirenas sabias y benévolas, entonando cantos anfibios a la belleza del cosmos y a las visiones que un más allá cotidiano les ofrece.
Formación. 30 oct de 2025 - 11 jun de 2026 / Museo Nacional del Prado / Madrid, España