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La pintura del belga Pieter Vermeersch se expande más allá del confinamiento del lienzo. En sus obras, el artista explora y utiliza los parámetros de representación y abstracción, a menudo expresados como intervenciones espaciales, para desarrollar una investigación en torno a los límites de la percepción.

Para la cuarta presentación de su trabajo en ... ProjecteSD, Vermeersch ha producido una nueva serie de obras que se despliegan sobre una pintura mural: un sutil degradado que sostiene y envuelve a los demás formatos para construir una instalación pictórica que requiere la inmersión del observador. En esta instalación las dos dimensiones se desdoblan para convertirse en tres, y esas tres dimensiones se deshacen para pasar de nuevo a ser dos; de este modo, el espectador queda confrontado entre la estabilidad y el movimiento de una imagen que parece transformarse tras un tiempo de observación.

En el trabajo de Pieter Vermeersch todo está conectado con alguna parte de la realidad. Sus pinturas de luminosos campos de color, que a priori parecen asociarse con la tradición de la abstracción monocromática, están basadas en imágenes 'reales'. Estas imágenes de base provienen a menudo de fotografías de sus propios cuadros y procesos de trabajo, o de imágenes de cielos despejados al atardecer que el artista fotografía e imprime en negativo, en un intento de experimentar con la parte 'no visible', imprecisa o intangible de la realidad o del 'proceso de realización de la imagen'. Las pinturas de Vermeersch son, entonces, todo menos abstracciones, aproximándose a un realismo que es simultáneamente distante y absorbente a la vez.

Pintura y fotografía se fusionan de nuevo en la obra del artista en su serie de impresiones fotográficas casi monocromas y de pequeño formato, cubiertas en la superficie por unas pocas manchas de pintura aplicada con los dedos, en un intento de aproximar el color de la imagen fotográfica al de la pintura. Existe aquí también el intento de traspasar el tejido ilusorio del espacio pictórico bidimensional tanto de la fotografía como de la pintura, rascando la superficie en un gesto que busca revelar lo que hay detrás, más allá de la imagen. Una lectura personal de la representación que podría interpretarse como un trabajo en proceso, inacabado.

La instalación en múltiples capas de Pieter Vermeersch desencadena la experiencia de infinitas percepciones, dentro de una cualidad cromática de aparición y desaparición, en la que las divisiones entre lo bidimensional y lo tridimensional, entre el tiempo y el espacio, se desvanecen. Quizás esta sea la razón por la cual Vermeersch prefiere no dar título a sus obras: para que puedan existir como obras de arte en toda su inmediatez y su -paradójicamente- carácter cambiante, a la vez efímeras y estables.