Fernando Botero es uno de los grandes exponentes de la pintura figurativa contemporánea, un creador marcado por un lenguaje inconfundible gracias al que ha sobrepasado los límites de la alta cultura para llegar al gran público. Las orondas y luminosas figuras de Botero son ya parte del imaginario colectivo, de una manera muy especial en la ciudad de Madrid. En la primavera de 1994 se celebró la exposición Botero en Madrid, 21 esculturas de gran formato invadieron el centro de la capital. Durante los tres meses que duró la exposición de escultura monumental, el paseo de Recoletos, donde se situaba, se convirtió en el lugar más transitado de Madrid. El Ayuntamiento de la ciudad habilitó un carril para que los transeúntes pudieran disfrutar de las esculturas que pronto empezó a conocerse popularmente como el “carril Botero”. La acogida por parte del público fue tan abrumadora que el artista decidió regalar...una de ellas a la ciudad, algo que no habían conseguido ni Nueva York, ni París, ciudades por las que había pasado la macro exposición. La Mujer con espejo es desde entonces, parte inseparable de la identidad y el paisaje urbano madrileño. Botero vuelve a Madrid después de más de diez años con una serie de trabajos recientes. Esta exposición representa una recapitulación de los temas que han recorrido el universo creativo del artista. Aquí están sus mujeres desnudas, sus toreros, músicos, bailarines, amantes y grandes damas reinterpretados desde la óptica de quien los ha explorado durante décadas.
En palabras del escritor David Ebony “Críticos, coleccionistas, cualquier persona que disfrute del arte ve las célebres figuras rotundas que pueblan sus obras como emblemáticos arquetipos: sensuales iconos de plenitud, de buena salud y buena suerte”. Para el artista, forma y color trabajan juntos para iluminar la realidad de cada figura y cada escena, en ellas nada es gratuito, “todo es necesario”. Aunque Botero es una figura capital de la figuración contemporánea, sus equilibrios de composición y color revelan una comprensión profunda de los mecanismos de la abstracción. La luz, también tiene un papel importante. Botero jamás pinta sombras fuertes, ya que las considera enemigas del color. En sus propias palabras: “Diría que mi pintura tiene una luz interior que es como la luz matinal. Es lo que más cercano a esa luminiscencia interior coloreada, ese momento del día en el que todo se ve más claro y uniforme”.
Fernando Botero nació en Medellín (Colombia) en 1932. Desde su primera exposición individual en 1951, su obra ha recorrido galerías y museos de todo el mundo. En el año 1972 comenzó a exponer en la galería Marlborough. En los últimos años su obra ha recorrido países como Argentina, Bélgica, Canadá, China, Colombia, Francia, Alemania, Hungría, Israel, Italia, Japón, México, Portugal, España, Suecia, Suiza, Turquía, Venezuela o los Estados Unidos. La obra de Botero está presente en más de cincuenta museos en todo el mundo: Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, Madrid; The Metropolitan Museum of Art, Nueva York; The Museum of Modern Art, Nueva York; Hirshhorn Museum and Sculpture Garden, Washington, D.C.; Museo de Arte Contemporáneo de Caracas, Venezuela; Museo de Arte Moderno, Bogotá, Colombia; Museo Nacional de Bellas Artes, Santiago, Chile; Neue Pinakothek, Munich, Alemania; Pushkin Museum, Moscú, Rusia; The Israel Museum, Jerusalén; The Solomon R. Guggenheim Museum, Nueva York o el Hermitage Museum, San Petersburgo, Rusia.
Imágenes de la Exposición
Fernando Botero, The Street — Cortesía de Galería Marlborough - Madrid
Entrada actualizada el el 11 feb de 2019
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