El poeta debe añadir al mundo el espíritu que ha perdido. Y es por eso que explota su pasión íntima, operando una alquimia del lenguaje. Pero contra este tópico romántico, el mundo ha cambiado. Lo siento en el agua, lo huelo en el aire. Pero sobretodo lo leo en los medios, que nos transmiten una realidad sobre-narrativizada. La era del Big Data es también, un crisol pletórico de potencial poesía. El poeta ya no tiene que añadir ingredientes íntimos, sino retirar la escoria del precipitado socio-mediático. Dejar expresarse al periodista por el literato frustrado que alberga, gracias a su obligación actual de sobre-narrativizar la realidad. La presunta noticia es pretexto egoísta, así que al retirar su falsa urdimbre resulta la pura fiesta del lenguaje. En la época de lo inmediato, sin más historia el poeta lee y tacha. Liberado de auto-explotarse vigila al medio, y lo corrige. Porque el medio...es el mensaje, pero el medio debe ser el puro lenguaje para que la demagogia sea completa, Dada y completada.
Entrada actualizada el el 21 nov de 2014
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