En su octava exposición individual en la galería ASTARTÉ, Vicky Herreros presenta una veintena de acrílicos que son el resultado último de un proceso creativo donde caben no sólo el deleite de una estética amable y placentera a los sentidos, sino y sobre todo, los sentimientos y lecturas que nos provoca su honda poética reduccionista.
El blanco -decía Malevich- es la verdadera representación del infinito. Así también, las obras abstractas reunidas en esta exposición nos adentran en un espacio sin límites. Portador de la armonía contemplativa del Tao, el gran vacío hace real a la existencia igual que las sombras dan significado al objeto. Sin duda esta dialéctica hegeliana de ausencias y presencias, de contrarios que se complementan, interesa de manera notable en estos trabajos recientes de Vicky Herreros.
La ingravidez de los
... cuerpos informes que a menudo flotan en el centro o a los lados de estas composiciones, cual porciones acuosas, pétreas o filiformes de un paisaje o fragmento de éste, causan cierto desconcierto al mismo tiempo que sirven de referente a la visión, ratificando con su presencia magnánima los acompasados silencios o ausencias de un lugar indeterminado invadido por la luz totalizadora. Sin embargo, dentro de esa inmensidad inabarcable, la artista no prescinde de cierto naturalismo al detenerse en pintar las sombras que dichos elementos vitales proyectan sobre los espacios indefinidos, porque como dejó escrito Leonardo, Ninguna materia puede ser inteligible sin sombra y luz...Quizá se trate de un intento desesperante por tender ese único puente de unión entre lo onírico y lo consciente, entre aquello que se fragua en el sueño y las pequeñas verdades que nos sujetan a la realidad de todos los días.
En estas últimas pinturas de la artista madrileña la actitud introspectiva juega un papel fundamental hasta el punto de ser fruto de una profunda y prolongada meditación en torno al significado del acto de pintar así como de la pintura misma [Cierra el ojo corporal para que puedas ver primero con el ojo espiritual, aconsejaba C.D.Friedrich]. Con todo, el drama que supone entregarse diariamente al arte, y sin duda así lo hace Vicky Herreros, conlleva un sabio reto no exento de sufrimiento, una suerte de dolor gratificante, productivo, fructuoso, del que generosamente se desprende la artista para brindarnos al fin toda su amarga y dulce belleza.
Entrada actualizada el el 26 may de 2016
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