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El trabajo creativo de Luis Alberto Hernández, que fijó su residencia en Madrid a mediados de la década de los 70, abarca diversas corrientes contemporáneas, como el neo-barroco y el neo-romanticismo, el realismo fantástico y el neo-surrealismo, forjando una síntesis compleja que se evidencia en una iconografía rigurosamente singular.

Luis Alberto Hernández, es un pintor que ha escogido la soledad para fraguar un impactante universo imaginario. Difícil de encasillar, sus obras proponen enigmáticas visiones, que alimentan la fascinación a la manera de la literatura, disciplina a la cual le vincula un largo ... compromiso profesional como ilustrador de prosa y poesía.

Su obra más completa

La dimensión narrativa de la obra de Luis Alberto Hernández, así como los distintos símbolos y personajes recurrentes, sugieren un recorrido episódico y temático, a través de diez secciones. Cada sección contiene, respetando la dinámica cronológica de su producción, temas y motivos recurrentes, así como episodios únicos.

En la primera sección, ‘El drama existencial’, se inicia al espectador en la primera época del artista, su período netamente tinerfeño. Se muestra una pintura crítica y comprometida que compone una crónica trágica de la condición humana, a la vez que se elabora una dimensión mítica y fantástica que anuncia futuras tendencias.

La segunda, tercera y cuarta sección, ‘Las Infantas’, ‘Majas e infantas maduras’ y ‘Las novias’ introducen a la rica galería de infantas, meninas, majas, enanas y novias en las que el artista viaja al pasado del arte europeo, creando prototipos misteriosos. Éstos emergen como estudios alegóricos de la mujer y sus actitudes, un deslumbrante paseo por una estética pictórica en la que lo sublime y lo grotesco son sometidos a una radical reflexión. Este proceso dual de la belleza, caracteriza también a la quinta sección, ‘El desnudo y el deseo’, que lega una visión bondadosa y tolerante del cuerpo humano, una idílica libertad de las costumbres.

‘Muelles y tránsitos’, se alza como una narrativa épica del viaje insular, proponiendo al espectador un retorno al pasado del desplazamiento marítimo, a las despedidas y las ausencias y aún más allá, al desagrado de la emigración, que tanto ha marcado la historia del pueblo canario, en imágenes de belleza lírica y exacta recreación de la memoria.

La séptima sección, ‘De lo santo y lo demoníaco’, es una incursión neo-barroca en la tradición de la imagen religiosa. El pintor revitaliza los ‘Cuadros de Ánima’, ilustra a gran escala el pasaje de las almas al otro lado de la orilla, y genera un peculiar género sincrético, en que la devoción popular y lo católico dan forma a los fantásticos trípticos ‘Conjuro en Chipude’.

Complemento de las secciones dedicadas a la figura femenina es ‘Personajes y retratos’, segunda galería de seres y criaturas de la retrospectiva. En este itinerario no se encontrarán semblanzas realistas al uso, sino extraños habitantes de la historia y la mente, como las ‘Mujeres en el óvalo’, fabulosos dibujos recordando la atmósfera del retrato manierista y muchas otras damas expresándonos dramas y sentimientos.

Las últimas dos secciones, ‘Más allá de la naturaleza muerta’ y ‘Símbolos en el paisaje’ agrupan genéricamente el espíritu del bodegón y del paisajismo en la obra del artista.