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Bajo el título "PRISA MATA AMIGO" las fotografías de Toni Amengual nos sumergen en la vorágine de la urbe, nos atrapan en un ritmo vibrante, nos acercan a historias personales anónimas refl ejadas en caras, cuerpos y espacios: "Todo sucede a mi alrededor, no me detengo, no pienso, solo registro lo que ven mis ojos a la vez que me desplazo. Un registro de la gente que me rodea, de las calles de mi ciudad inventada. Un retrato del mundo en que vivo. De un mundo que se mueve a toda velocidad. Sólo una cosa me diferencia del resto: ando sin prisa".

La mirada atenta sobre su entorno y la capacidad de percepción de los detalles en el comportamiento de las personas son dos de las extraordinarias cualidades que nos brinda el autor a través de esta serie de fotografías. ... Distribuidas desordenadamente en el espacio expositivo a modo de recorrido aleatorio por una calle de una ciudad anónima, nos tropezamos con andares, ritmos, miradas y gestos dispares. La belleza de las instantáneas reside en la naturalidad y la dosis de realidad que hay en ellas. Toni Amengual investiga el terreno, se apropia de la calle y de los espacios públicos como escenarios privilegiados de la realidad, de la vida posmoderna, de los hábitos y costumbres de las gentes que habitan la ciudad. En sus fotografías desvela secretos, roba sonrisas espontáneas, se descubre a sí mismo cómplice de silencios. Como si de un estudio etnológico se tratase, esta serie de fotografías nos introducen en temas tan trascendentales como la globalización, el consumo, la velocidad, la multiculturalidad, la identidad, el anonimato… También nos hablan de los modos de interrelación entre las personas, de los no lugares, de los espacios por los que todos circulamos aceleradamente.

Para el autor no hay nada más interesante que nuestra propia realidad, nuestro propio universo interior. En ese proceso de búsqueda individual es esencial contar con todo aquello que le rodea, aquello que compone su vida, su pequeña ciudad con sus figurantes y sus escenarios. La interpretación constante de la vida y su afán permanente por conocer gentes, lugares y realidades permiten al fotógrafo vivir otras vidas para entender mejor la suya propia. Sus fotografías son si duda documentos, son registros de autenticidad y humanidad.