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Michiko Aoki, escultora de origen japonés radicada en Lima desde 1979, realizó su formación inicialmente en pintura y dibujo, primero en su país y posteriormente en el Perú. Hace diez años su interés por la escultura la llevó a seguir un taller en el Museo de Arte de Lima; fue así consolidando progresivamente su pasión por el trabajo sobre el volumen al continuar su formación en diversos talleres privados hasta la actualidad. Ha participado en múltiples exposiciones colectivas desde 1974 en Tokio, Montreal, Miami, Washington, Madrid, Argentina y Perú. Participó así mismo en concursos de artes plásticas a nivel nacional, siendo seleccionada en el Concurso de Escultura de IPAE desde el 2000 hasta el 2010, en el IV y VII Concurso 'Salón Nacional de Escultura' ICPNA (2001 y ... 2009 respectivamente), donde fue destacada con una Mención Honrosa. Ha obtenido también el Sexto Premio en el 'Primer Concurso Nacional Plata Perú'. Ha realizado exposiciones individuales en la galería San Francisco (Lima, 2003), e Yvonne Sanguineti Galería, Fondo sin fin (Lima, 2008), Blanco sobre blanco (Lima, 2011).

En 'Puntos y líneas' la artista aborda el diálogo entre la creadora y su material de trabajo: la piedra. Para Aoki la forma natural de la piedra, que se ha construido en el tiempo, está fuera del control del ser humano y sobrepasa los límites de su imaginación. Este encuentro con la belleza pura del material trabajado por la naturaleza -lo estéticamente sublime- 'ha capturado mi corazón y no me libera', afirma sensiblemente la escultora. Michiko se concibe sólo como una intérprete de la naturaleza que se quiere mostrar a través de un objeto.

Sus obras están compuestas por dos o más piezas de superficies texturadas, que la luz pareciera recorrer atemporalmente ocultándose, exponiéndose, inventando sombras. Cada pieza evidencia la conjunción de tres elementos en la creación, la conexión con el entorno, la vibración y el tiempo de expectación; es decir, tiempo espacio y materia.

Esto subyace a sus orígenes, un universo donde la belleza es esculpida por el uso de las sombras y las texturas naturales de la materia que fundamenta el objeto de creación, otorgándole profundidad y sobriedad. Como afirma Tanizaki (1933) 'Siempre hemos preferido los reflejos profundos, algo velados al brillo superficial y gélido; es decir tanto en las piedras naturales como en los materiales artificiales, ese brillo ligeramente alterado que evoca irresistiblemente los efectos del tiempo'.

Aoki asiste a la naturaleza en la liberación de la piedra al otorgarle una nueva vida como escultura, una vida que pareciera haber estado oculta en un espacio atemporal y desconocido.