José Bedia (La Habana, 1959) se formó en la Escuela de Bellas Artes San Alejandro a partir de 1972 y se graduó del Instituto Superior de Arte de La Habana en 1981. Participó representando a Cuba en importantes Bienales, y sus obras recorrieron el mundo en los mejores museos y galerías internacionales. El mismo ha recorrido el mundo, especialmente interesado en las culturas africanas y amerindias investigando en las áreas menos contactadas de Perú, México, Kenia,Bostwana, Zambia, Tanzania,y Angola, entre muchos otros destinos.
Hablar de la importancia de los viajes en la obra de José Bedia puede sonar un poco redundante. Este artista ha hecho del viajar toda una manera poética de vivir la búsqueda del arte, o de buscar la poesía de la vida a través de las claves artísticas latentes en cada destino. En efecto, su metodología incluye recopilar materiales, vivencias, rituales y su propia experimentación, que luego de...regreso son sintetizados en obras, procesados mediante una suerte de revitalización de los elementos así incorporados. Porque Bedia no reproduce el arte de los rituales primitivos afro o amerindios, sino que ejecuta sus obrasCASIcomo si él mismo fuera un nativo - pero sin olvidar su aprendizaje artístico anterior.
En ocasión de esta muestra, sus viajes lo llevan a Uruguay, un país que poco comparte con sus destinos habituales: Uruguay no tiene selvas, tribus autóctonas o rituales primitivos, ni grandes montañas o vastos desiertos. Más bien se caracteriza por su moderación en todo sentido: geográfica, climática, social, cultural, política y económica, y no parece a primera vista un lugar de provecho para el arte de Bedia.
Sin embargo, las cosas empiezan a dar un giro a partir de su llegada: es recibido por un grupo selecto de artistas, críticos y curadores uruguayos invitados por Ignacio Iturria a un asado en su Fundación, donde hospeda a Bedia y a su asistente y colega Joaquín González, también cubano. Esa misma noche, los visitantes acceden a un ritual afro-uruguayo del 'candombe', que semanalmente se congrega en Montevideo. Poco después, Bedia es invitado a dar una charla para estudiantes avanzados en la Escuela Nacional de Bellas Artes. Entonces empieza el otro viaje de Bedia, el interior. Su vínculo con la Fundación Iturria y su entorno familiar y profesional, convierte todo su quehacer en un viaje hacia otros destinos que los anticipados. Así, Bedia se expande en su arte por todo el espacio de la Fundación, disponiendo 15 grandes lienzos y papeles por las paredes, corredores y vidrieras hacia el amplio jardín de la gran casona, asi como produciendo una instalación en un área de 70m2 preparada para tal efecto. Allí Bedia despliega en una tarde toda su cosmovisión, y literalmente despliega también una piel de anaconda de 7m. y la de un jaguar adolescente obtenidos en previos viajes por las selvas amazónicas.
Este site-specific representa una figura predominante realizada en acrílico negro, plagada de símbolos afro-cubanos inscriptos en tiza blanca, que avanza ominosamente por 2 de las 3 paredes blancas, y si bien tiene cabeza y miembros, es tan vasta como la Tierra misma: la recorren personajes que discurren en acciones y posturas diversas. Este personaje Humano-Tierra parece buscar contacto desde una de sus extremidades (una garra felina) con una bandada de pájaros negros recortados en acero, mientras está ligado por la boca en forma individual con una procesión de animales selváticos que navegan en la pared opuesta montados sobre la anaconda con cabeza de hombre, sobre la cual va sentada, dirigiendo, una minúscula mujer. Cerrando el espacio, en una pared cubierta por una espesa hiedra, el jaguar atravesado por una lluvia de flechas amazónicas. El público pudo acceder a esta instalación con la banda sonora de la grabación original de una ceremonia en plena selva, donde la sobrecogedora voz de un chamán entonaba las oraciones del ritual de la ayahuasca.
Salvo la instalación, todas las obras, la mayoría de gran porte, presentan inscripciones con las que Bedia apunta pistas para el espectador, a veces muy claras, otras bastante crípticas, y el tema de la presencia animal y el ritual dominando una suerte de ANTROPOLOGIA de un neolítico alfabetizado: Bedia se construye como un peregrino del tiempo y las culturas.
Pero ¿qué pasará cuando vuelva de su viaje? ¿Qué otredades rescatará de Uruguay, que no ofrece el exotismo al que usualmente acude Bedia para sus búsquedas? Su próxima producción artística resulta cuando menos intrigante, ya que si de este viaje se trata no lo será basada en arte indígena o rituales primitivos: de toda la búsqueda de reliquias indígenas, finalmente Bedia obtuvo como regalo una única pieza de boleadora auténtica, hallada en la Colonia Artística de la Fundación Iturria 'Rosario Oriental' por el hijo del cuidador.
Quizás lo inusual de este viaje haya sido para Bedia encontrar la armonía de un movimiento como la Fundación Iturria, dedicado afanosamente a la preservación de la vocación artística, algo de por si tan exótico como encontrar un hogar fuera de casa.
Imágenes de la Exposición
Cartel de la Exposición
Entrada actualizada el el 26 may de 2016
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