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Bien mereció Lodeiro el título de arcángel flamígero que le había dado Blanco Amor, porque toda su obra arde en místicas intensidades y es una irradiante explosión de luz, una reverberación de expansivas energías, conseguidas mediante la sabia y exquisita modulación de los valores cromáticos y de los ritmos compositivos, que traducen a expresión formal honduras ontológicas y saudosas vivencias de un anhelado más allá, ese alén o cuarta dimensión donde los mitos sitúan la Tierra Pura, ya que, como ... buen celta, sentía cósmicamente y podemos afirmar que vivía radical y dolorosamente en los límites y de ello dejó constancia escrita: 'As miñas alucinacións non teñen fronteiras, cada día afástome máis en busca do descoñecido...' Y lo desconocido lo aguardaba allí: en ese horizonte que, a veces punteado por el quebrado perfil de ciudades inhabitadas o por lejanas islas, a veces convertido en abierto y acogedor seno, cobra en su obra un protagonismo esencial. De hecho, todo apuntaba hacia ese punto flamígero donde la luz resplandecía pura, ardiente, incontaminada, tal era su pasión por conquistar un territorio prístino y por trascender la propia condición mortal y, no obstante, sentía la tierra, y se entrañaba en un telurismo con raíces que es otra marca incontestable del artista gallego.

Todo su quehacer nace de ese cruce o cruz astral de la horizontalidad (que en sus cuadros se ondulaba en colinas de cálidas tierras, en las gamas del rojo y del naranja) y la verticalidad que ascendía por la decantación del amarillo hacia el blanco puro. Así las fuerzas tectónicas y celestes se abrazaban, en simbólica expresión del cósmico y eterno amor. Y ahí están presentes-como ya dijimos en otra ocasión-, los ciclos del eterno retorno, los giros imparables del universo, las piernas cósmicas que se yerguen sobre los montes como atraídas por la fuerza expansiva de los astros, la orogénesis, la vagina ondulante de la tierra y sus senos o ubres paridoras, el sinclinal marino, y los parajes que se abren a un ambarino amanecer.

Ni cinetismo, ni opt art, (ni mucho menos suprematismo), aunque la articulación secuencial en bandas o cintas de graduado color lo aproximase visualmente a tales movimientos, sino irradiación pura y constante de la luz, reverberación repetida en el prisma de los ojos de su espíritu que así transformaba su humanidad y su paisaje sustentante en una gema multiplicada y limpia ya de cualquier resto de ganga. De ese modo nacían también sus mujeres-tierra y sus hombres-paisaje, en realidad espacios que se antropomorfizan o se 'paisajizan' (permítasenos el neologismo) o lo que es lo mismo, espacio-luz iridiscente o luz deviniendo espacio, dividiéndose en las bandas de color del espectro y creando todo el repertorio inagotable de ritmos combinatorios, pero al mismo tiempo sirviendo de soporte a las dos realidades esenciales desde la óptica humana: el ámbito que nos permite existir y las personas que lo habitan, pero ambos vistos y sentidos como arquetipos; más adelante, integraría la flora, una flora inventada y surreal creando campos florecidos y flores semejantes a pabilos de velas que podemos entender también como floración de la luz, último ofrecimiento de belleza cuando ya caminaba con pasos ciertos y solemnes hacia la muerte.

El artista Ánxel Huete habla de transubstanciación y así es, pues él trascendía las sombrías realidades construyendo zigurats ascensionales y paisajes que apuntaban a las galaxias; era su modo de señalar hacia lo sagrado y de revelar lo hierofánico, al modo como lo sentían las antiguas cosmogonías solares o, tal vez, de anunciar un futuro trascendido. Títulos como Galicia infinda o Mundo cósmico resumen metafóricamente el sentimiento de inmensidad y el sentir auroral que traspasa su creación. Su obra entera, por lo tanto, abierta hacia lo ilimitado y en búsqueda de una nueva espacialidad, se puede ver como escalera para ascender a lo ignoto o como puerta o pórtico que, en desnudez total, en soledad total, en espera total, vive orillada del milagro, mientras la atraviesa el sobrecogedor silencio que precede a la revelación.