Historias de pupitres, bombas y capuchas
Las obras que componen la muestra Reforma / Ausencia fueron desarrolladas, casi todas, durante los años que Cristián Osorio estudió artes visuales en la Universidad Arcis. En tal sentido, sus operaciones, temas y contextos resumen los años que el pintor pasó en aquella casa de estudios, los mismos de una crisis permanente que ha devenido terminal para esta
institución. En sus primeros años, la crisis estuvo acompañada por varias tomas del establecimiento y por violentos enfrentamientos con la policía. Los últimos años, por el naufragio, el despojo y el abandono progresivo de sus alumnos, funcionarios, propietarios e, incluso, del Estado.
De estos rumbos dan cuenta las pinturas y litografías de Osorio y, en particular, un objeto que aparece en varias de ellas. Se trata de una silla, de aquel modelo que la mayoría de nosotros reconoceremos de inmediato como el clásico pupitre escolar, el que forma parte...del inventario de casi cada colegio, instituto o universidad. Lo vemos en una litografía enredado junto a otro de su misma especie, una imagen que nos recuerda el característico modo en que estos pupitres son utilizados como barricada y refuerzo perimetral en los liceos y universidades en toma. También lo encontramos en una pintura que nos muestra la tradicional entrada de la Fundición Libertad, edificio de una poderosa historia que luego fue la sede principal de la Universidad Arcis. Frente a él, una silla solitaria ha sido abandonada en el suelo, en medio del humo de las bombas lacrimógenas de un nuevo asedio de la policía. Seguro de que poco antes el pupitre fue utilizado como munición y que poco después el carro lanzaaguas volverá a reventar la antigua puerta de hierro de Libertad número 53.
Otra pintura nos muestra varios pupitres ordenados en medio de una sala vacía de alumnos. Los cuerpos ausentes se ven reemplazados por intensos destellos y sombras que proyectan estas sillas, los que la pintura inmortaliza y materializa con la fuerza de una visión. El pupitre deviene así en un objeto alegórico, su historia es la historia de la crisis de la Universidad Arcis, pero también podría ser la de todos los triunfos y fracasos del movimiento estudiantil chileno en las últimas décadas. Los pupitres de 1986, 1997, 2006 y 2011 emergen en sus combinatorias barricadas, caídos en el campo de batalla y luego abandonados bajo el peso de la noche, rodeados de espectros.
La muestra se completa con un par de obras decididamente entroncadas en la tradición de los géneros de la pintura: el retrato y la naturaleza muerta (o bodegón). La primera nos presenta el rostro cubierto de un encapuchado, en el que una melancólica mirada apenas emerge de una armonía de blancos donde la expresividad de las facciones ha sido reemplazada por la del delicado y clásico drapeado de la tela. La segunda pertenece a una serie de bodegones “violentos”, un conjunto de estudios sobre los objetos que intervienen en las desiguales batallas callejeras del movimiento estudiantil. Uno de ellos nos muestra un conjunto de bombas lacrimógenas, efectivo y sensible instrumental represivo, cuya forma cilíndrica (ya anunciada por Cézanne) activa un circuito que nos lleva de la mano que pinta y lanza al ojo que mira y
llora.
Del modo en que las ejerce Osorio, la pintura y la litografía son modos y metáforas de la memoria. Son traducción, recreación y economía. Significan analizar y aislar ciertos objetos del torrente vital y traducirlos al lenguaje de la quietud y el trampantojo de una pintura. Seleccionar concienzudamente ciertos aspectos de aquello que es visible ―contorno, color, volumen―para convertirlos en forma. Para inventar economías que nos permiten apropiarnos del mundo adecuando ciertos medios, siempre limitados, a nuestros fines, siempre inciertos.
Claudio Guerrero Urquiza
Imágenes de la Exposición
Obra de Cristián Osorio
Entrada actualizada el el 24 ago de 2017
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