Se suele decir que pintar consiste en resolver los problemas inventados por el propio pintor. El caso de Robbin Heyker desmiente este lugar común, pues el holandés, afincado a tiempo parcial en Beijing y La Haya, ofrece una obra que busca sobre todo la claridad de una mirada plena y la rotundidad de una ejecución sincera.
En Birding, su primera muestra en solitario en Galería Alegría, Heyker utiliza el motivo de la observación ornitológica para hacernos conscientes de que en cualquier lugar puede surgir un hallazgo que llene de luminosidad nuestro campo de visión. Toma el mundo que le rodea como referencia primera y, a partir de ahí, compone obras que, recurriendo al lenguaje de la abstracción, ofrecen un resultado ágil, abierto y hospitalario. Aparente inmediatez, fulgor y misterio, en unas pinturas que utilizan la impresión estética como reclamo para despertar una reflexión tranquila acerca de la manera en que forma,...plano y color construyen un espacio nuevo a partir de lo real.
La pintura de Robbin Heyker parece rápida, fácil; tiene un componente sorprendente de juego que cautiva de manera inmediata. También goza de un trabajo de composición serio y metódico que la dota de serenidad, consistencia y amplitud.
Charlando con Robbin Heyker, llama la atención la pasión con que habla de su afición a observar aves cuando era sólo un niño. Dicha pasión se parece mucho a la fascinación que muestra cuando describe cómo, en China, se cubren los carteles y panfletos con capas de pintura en las paredes donde está prohibido fijarlos. Esta pasión por el descubrimiento de lo extraordinario en lo cotidiano no puede ser obviada al hablar de Birding. Asombra ver cómo esas magníficas pinturas, de composición exquisita y gesto instantáneo, se tornan en un catálogo de aves comunes ante la mirada encantada del espectador para, instantes después, volver a asentarse en su condición pictórica autónoma y radiante.
A Heyker le apasiona, por otra parte, contar sus trucos -algo raro, tanto en los magos como en los pintores. No cree en una pintura falsamente heroica, ensimismada, grave y opaca. Lo suyo es otra cosa: una simplicidad bellísima, una seriedad tranquila al observar el discurrir de la naturaleza y una generosa apertura de miras. Todos estos elementos dotan a su lenguaje de un atractivo y una cercanía muy poderosos.
Si los bíblicos pájaros de la vega no habían de preocuparse por buscar un alimento que les garantizaba la providencia divina, los pájaros de Heyker se permiten volar libres hasta dejar de ser pájaros para, con la misma despreocupación, vivir como interminables campos de color en la retina del espectador. Tal vez éste sea su mejor truco.
Robbin Heyker logra, en esta exposición, que nos resulte indiferente saber si estamos viendo pájaro o abstracción; como aquel niño que perdía de vista el paisaje en el momento en el cual la súbita aparición del vuelo fulgurante convertía toda la vista en otra cosa. Esa otra cosa es, en este caso, una exposición con una excelente colección de pinturas.
David M. Morán
Entrada actualizada el el 01 ene de 2020
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