Exposición en Madrid, España

Silencios y ritmos. Dibujos y pinturas de Jesús de la Sota (1955-1961)

Dónde:
José de la Mano / Zorrilla, 21 / Madrid, España
Cuándo:
08 mar de 2012 - 30 abr de 2012
Inauguración:
08 mar de 2012
Organizada por:
Artistas participantes:
Descripción de la Exposición
La muestra reúne un destacado -y prácticamente inédito- conjunto de pinturas y dibujos procedentes del taller de Jesús de la Sota (Pontevedra, 1924-Berlín, 1980). Artista multidisciplinar, diseñador, pintor... figura fundamental en la primera abstracción geométrica española, al que no se le dedicaba una exposición individual desde 1962, año en que expuso por primera y única vez en la madrileña galería Neblí.

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A partir de 1955 -por escribir una fecha redonda- y durante la década posterior la 'integración de las artes' fue un asunto capital para parte de los creadores españoles de aquellos años. Sobre ese tema se escribió sobre todo en publicaciones de foros de arquitectos y artistas plásticos, pero también en otras de difusión general, revistas culturales y periódicos diarios. No solo se escribió, también se actuó; es decir, hubo artistas, la mayoría pintores, que contribuyeron con sus creaciones a relacionar las diferentes artes plásticas entre ... sí y a éstas con la arquitectura. Uno de ellos fue el artista interdisciplinar Jesús de la Sota, dibujante, pintor, fotógrafo, diseñador gráfico..., en suma, un creador que tras un tiempo demasiado largo de olvido por parte de nuestra cultura artística, ahora, acertadamente José de la Mano recupera en dos de sus facetas, las de dibujante y pintor, durante un periodo corto de su vida, un sexenio prácticamente, que fue de una actividad intensa, en la que sus diseños de mobiliario le situaron en uno de los primeros puestos de esa faceta de la industria de bienes de uso.

 

Los dibujos tempranos de Jesús de la Sota hechos antes de trasladarse a vivir a Madrid en 1954, son en su mayoría paisajes del campo y las aldeas gallegas. Antes que dibujos acabados eran apuntes y ejercicios del natural, al aire libre. Su pretensión no era, como se puede suponer, copiar la realidad, sino hacer ejercicios de análisis de los distintos componentes del paisaje (como roquedo, arbolado, cursos de agua, etc.) y de las edificaciones, por lo que su lápiz sólo representa los elementos que considera fundamentales. Práctica de análisis que le serviría, en dibujos posteriores, para hacer una síntesis armónica del motivo o motivos representados, que en algunas ocasiones nos recuerda a la extraordinaria simplicidad alcanzada por dibujantes orientales, a los cuales Jesús de la Sota admiraba.

 

Llegó a Madrid desde su Pontevedra natal después de abandonar los estudios de Derecho, gracias a su hermano el arquitecto Alejandro de la Sota; en la capital recibió clases de Daniel Vázquez Díaz, uno de los pintores más acreditados entre los artistas renovadores jóvenes. Poco después de instalarse en Madrid, consiguió el primer galardón de su vida, al recibir el tercer premio en el concurso de bocetos para estampados de telas convocado el año 1955 por la casa Gastón y Daniela, una de las más avanzadas, si no la primera, en esa actividad industrial. En la mayoría de los dibujos de aquel año los motivos elegidos por Jesús de la Sota eran intencionadamente escasos (barcas, árboles, cabras y peces), se repetían rítmicamente y se extendían por la superficie del papel desbordándola, de modo que podemos imaginar su ampliación en grandes superficies, lo cual supo apreciar justamente el jurado encargado del concurso. Por supuesto, cada uno de los elementos puede ser visto, a la vez, individualmente y enlazado con los restantes. Además de esos dibujos -de los cuales se expone una escogida selección-, Jesús de la Sota hizo, como solía a lápiz en cuadernos de papel EASO, apuntes y bocetos de gramíneas. A partir de ellos hizo algunas versiones a un tamaño mayor, utilizando ceras y toques de gouache, de una delicadeza y una pureza extremas, que nos hacen pensar en las notas sincopadas producidas por los golpes suaves y cuidados de los martillos sobre las cuerdas de un piano. También, en interpretaciones jazzísticas para ese instrumento, lo cual no es solo un capricho de nuestra imaginación, pues sabemos que en el domicilio del artista un piano ocupaba parte del salón y que el jazz fue un género musical que a mediados del siglo pasado interesó a artistas españoles de vanguardia, sobre todo en Cataluña. De aquel mismo año y del siguiente son dos grupos diferentes que reúnen unas características peculiares. Uno lo constituyen gouaches de peces -de los que hemos seleccionado seis-, en los que el artista logró representar, utilizando unos recursos mínimos, una imagen sintética muy decorativa. Dos cuadros sirvieron como cartones para sendos tapices que se exhibieron en la XI Trienal de Arte Decorativo de Milán del año 1957. El otro grupo son las sillas -de los que se exponen tres-, asimismo gouaches con líneas de cera o tinta, obras prácticamente abstractas geométricas concebidas bajo el influjo de los cuadros neoplasticistas de Piet Mondrian, uno de sus artistas predilectos, pero hechos también por su deseo de lograr lo máximo con lo mínimo.

 

En aquel mismo año de 1955 realizó un mural, un rebaño de estilizadas cabras, para el vestíbulo de la Exposición de Ingenieros Agrónomos, abierta en el edificio de la Escuela Técnica de Ingenieros Agrónomos de Madrid en la Ciudad Universitaria, de cuyo diseño espacial se ocupó por encargo del Instituto Agronómico su hermano Alejandro de la Sota. Al año siguiente, Jesús colaboró con el diseño de un mural en el Pabellón de Pontevedra de la III Feria Internacional del Campo, celebrada como era habitual en Madrid. El artista dibujó peces, un pulpo y otros motivos, todos ellos lineales, para la cara interior de uno de los muros de aquella construcción, blanca y limpia, de clara inspiración en edificios proyectados por Le Corbusier. Se han conservado, también, unos bocetos de este pintor para un mural en una pared horizontal que finalmente no debió realizarse, tres de ellos hechos a gouache y lápiz sobre papel, y dos más a óleo, uno sobre cartulina y el otro sobre táblex. El más pequeño de los gouaches es el bosquejo menos elaborado y rápido, lo que nos permite suponer que debió ser uno de los primeros que hizo. Pintado con manchas, recoge un planteo -como diría nuestro amigo Pepe Duarte- con un espacio central claro sobre el que se disponen en círculo formas triangulares, bordeado por formas geométricas irregulares oscuras, lo que acentúa el efecto de profundidad espacial. En la cartulina de los otros dos gouaches Jesús de la Sota dibujó las líneas indicadoras de las paredes laterales y diferenció la superficie del suelo, en uno mediante pinceladas muy diluidas y una retícula y en el otro superponiendo una cartulina con el dibujo del enlosado. En ambos el mural es un conjunto de manchas en una composición ortogonal, sobre las que varias líneas acentúan la profundidad; líneas que en uno de ellos son rectas, horizontales, verticales y diagonales, sugeridoras de superficies planas abiertas que se superponen y enlazan. Las líneas del otro son todas rectas, salvo dos curvas, unidas en sus extremos, algunos de ellos reforzados por un círculo a modo de clave secundaria de una bóveda, formando una sutil retícula. Ambos bocetos son los más cercanos de la producción de este artista a la obra de Paul Klee, pintor de referencia indiscutible para la mayoría de los artistas españoles vanguardistas de aquellos momentos históricos. Los óleos son bocetos en los que se aprecia una influencia constructivista en la disposición en cuadrícula de los colores; uno de ellos, aun sin ser figurativo, presenta objetos reconocibles, un diábolo, un cubo y espirales.

 

Poco después se instaló en Caracas donde permaneció hasta 1958. Tras su regreso a Madrid, sería uno de los integrantes del equipo formado para la decoración interior del Pabellón Español en la Exposición Universal de Bruselas, obra de los arquitectos Ramón Vázquez Molezún y José Antonio Corrales.

 

La mayoría de los dibujos de la serie 'Fuengirola' -de los que se muestran quince- datan del año 1958. Esos dibujos constituyen una síntesis extraordinaria de los planos a los que su autor redujo el caserío de aquella localidad malagueña. La seguridad del trazo y simplicidad resultante son admirables. Jesús de la Sota nos muestra con esos dibujos su conocimiento del cubismo y de la pintura abstracta geométrica, ya que siendo figurativos son, a la vez, abstracciones por la reducción a los aspectos esenciales de lo representado. Como en las series anteriores, el tema condiciona el dibujo, por lo que en ésta predominan las líneas rectas, que dibujan los perfiles de los edificios, mientras que en motivos anteriores lo fueron las curvas, especialmente en las barcas.

 

Aquel año Jesús de la Sota ingresó en un sanatorio de Guadarrama, localidad de la sierra madrileña, para curarse de la tuberculosis que padecía, donde permaneció hasta 1960. Allí recibía a sus familiares y amigos y dibujaba, dibujaba incansablemente. También allí pintó sus primeros cuadros abstractos. Los dibujos, a lápiz, de la serie 'Guadarrama' -de los que se exponen siete- suponen el paso de las superficies vacías delimitadas por las líneas rectas, a las superficies llenas, con diferentes valores espaciales y de posición obtenidos mediante la gradación de las intensidades de los negros y los grises.

 

Se exponen también cuatro dibujos muy tenues, a lápiz sobre papel, de planos encadenados y plegados, que podemos considerar pertenecientes a una corta etapa de transición entre los dibujos de 'Fuengirola' y los de 'Guadarrama', ya que comparten características de ambas, la figuración de la primera y el esquematismo de la segunda.

 

Al año 1959 se remontan las primeras pinturas habitualmente denominadas constructivistas de este artista, realizadas a partir de los numerosos estudios de los dibujos que acabamos de mencionar. Lo primero que destaca de estas obras es que sus formatos no corresponden a los estándares de la pintura de aquella época. Así algunos cuadros tienen un formato panorámico, más largo de lo convencional en el género paisaje, como las dos Composiciones de los años 1959 y 1961 que se exponen, mientras que otro es de forma cuadrada (Composición, s. f.), lo que también le aparta de ese género. ¿Son, entonces, paisajes estos cuadros? Es evidente que no, aunque contemplados junto con los dibujos de 'Guadarrama' se puede apreciar que el paisaje estuvo en sus orígenes, antes de convertirse en abstracciones geométricas; pero de una geometría que se aparta de lo considerado canónico en esa corriente de la pintura, ya que lamateria y las texturas, así como el tratamiento del color de las superficies -que nunca es uniformeson tan fundamentales como los planos derivados de los esquemas compositivos geométricos. Así siendo pinturas 'constructivistas' son a la vez líricas, sin que por ello podamos inscribirlas en esa otra gran corriente de la abstracción de la postguerra europea y occidental, una de cuyas variantes más cultivadas por los artistas españoles coetáneos de Jesús de la Sota fue la que se convino en denominar informalismo.

 

Todos estos dibujos y pinturas que hemos comentado y que contemplamos reunidos por primera vez después de muchos años deben verse, además de como obras con un valor por símismas, como parte de las labores de diseño e interiorismo de Jesús de la Sota, ya que formaron parte de un mismo conjunto creativo.

 

De vuelta a Madrid, Jesús de la Sota siguió trabajando sobre todo en el diseño de mobiliario con José Ramón Cores, recibiendo encargos y premios por su labor, como los otorgados por una mesa de comedor y una silla en el concurso convocado por la empresa H Muebles en la primavera de 1960. A la vez, su obra pictórica fue seleccionada para representar junto con la de otros artistas el arte vanguardista español en varios certámenes internacionales.

 

Tras aquel viaje por Andalucía, Jesús de la Sota terminó algunos de los cuadros empezados durante su convalecencia en Guadarrama, en un estudio que compartió con su amigo pintor José María de Labra y con Amparo Cores, con quien se casó en 1962, el mismo año en el que celebró su única exposición individual en vida y diseñó la mayor parte del mobiliario para el edificio del Gobierno Civil de Tarragona, proyecto de su hermano Alejandro, quien también fue diseñador de algunos muebles.

 

Esa década que comenzaba y la siguiente fueron las de mayor dedicación al diseño de mobiliario y al interiorismo de este artista, que siguió pintando y dibujando hasta su temprana muerte en 1980 a los cincuenta y seis años de edad. Una etapa de su producción que deseamos sea atendida en una futura exposición.

 

Asceta del dibujo y de la pintura, dibujante tenaz del vacío y del lleno, diseñador, decorador, interiorista, Jesús de la Sota se nos presenta como un artista polifacético, digno de figurar en la historia de nuestro arte contemporáneo.

 

 
Imágenes de la Exposición
Jesús de la Sota, Pintura, 1960

Entrada actualizada el el 26 may de 2016

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