La serie de dibujos que Lluis Lleó inició en 2006 bajo el epígrafe Studio Storm reintroduce el elemento personal e íntimo del dibujo en una época en que los descarnados gestos conceptuales dominan buena parte del medio. El interés de Lleó por las inclinaciones inmediatas de la mano distingue su expansiva obra sobre papel: con lápiz y acuarela logra traducir los etéreos espacios de la emoción y el pensamiento a una geometría que es a un tiempo concreta y quimérica. Mediante su física gestual, esas líneas liberadas plasman la transparencia del acto.

Pero más allá de su elegancia formal, la fuerza de estos dibujos proviene de algo percibido en el mundo: estamos ante un ejercicio de creatividad pensado en voz alta que otorga a la obra una significación espiritual, algo insólito entre los objetivos de sus contemporáneos. Lleó aborda a ... lo largo de la serie diversos problemas formales ciñéndose con frecuencia a los límites impuestos por una paleta monocromática y unas láminas de papel crudo nepalí de 40 x 30 pulgadas (100 X 70 centímetros). Los resultados son fragmentos del mundo visible (ramas, reflejos de luz en el agua, nubes que se evaporan, brotes que arraigan) reconfigurados como figuras abstractas que semejan tener vida propia. El catálogo vital de Lleó se proyecta en una secuencia de dibujos donde los tonos cromáticos se agudizan o atenúan y las tersas formas geométricas cambian de dimensión menguando o dilatándose. Aunque las imágenes parecen no objetivas, su origen está en cosas vistas o intuidas, y la primacía de la línea casi siempre perfila una entidad reconocible.

Lleó, artista autodidacta criado en una familia barcelonesa de pintores y artesanos, vivió desde muy temprana edad inmerso en las tradiciones creativas de su entorno y su cultura. Durante la infancia visitó a menudo las iglesias rurales de Cataluña (en particular las de Boí), donde admiró la hermosa economía de los frescos medievales. Tras estudiar la arquitectura renacentista y el arte del fresco, encaminó sus pasos hacia la pintura y, más tarde, la escultura, pero siempre ha visto en el dibujo un prototipo para el conjunto de su trabajo. Las ideas se aquilatan y se trasladan de inmediato al papel.

Las 'tormentas de estudio' abarcan un prolífico período en la evolución del artista y más de una vez han ayudado a convertir ideas en pinturas o esculturas de gran formato. A partir de cuadros realizados a principios de los noventa, los primeros dibujos recrean motivos derivados de los planos centrípetos de la arquitectura renacentista: figuras concéntricas y manchas nebulosas tan audaces como expresivas con auras imponentes y plácidas que provocan asombro e invitan a la meditación. Estas composiciones se alejan de las literales ceremonias reductoras del minimalismo para promover una línea sensible (nunca mecánica) sostenida por la uniformidad del toque. Líneas claras y elásticas rodean formas bien definidas con variaciones de grosor y presión que evocan la plenitud y la autoridad de Ellsworth Kelly. La ubicua figura trapezoidal se expande o contrae en cada obra, como ocurre en My Studio Has No Diagonals, 2008, que puede ser interpretada como un cántaro de la España meridional, aunque igualmente describe el estudio del artista, el escenario de su producción y de esas 'tempestades' de ideas e imágenes inspiradas en la vida cotidiana. La geometría biomórfica desvela con sus curvas, puntos y desequilibrios una elegancia primaria que proporciona a la obra su resistencia y encanto visual. Lleó sigue hoy trazando poderosas figuras sísmicas conectadas con el paisaje industrial que lo rodea en su estudio de Brooklyn. Esas figuras se convierten en perspectivas imaginarias, en representaciones de objetos familiares pero imprecisos que se nos antojan dislocados por la convivencia de lo abstracto con la bien delimitada imaginería figurativa.

Una palpable impresión de caos disciplinado emana de dibujos como Pocket List, 2008, o, parejamente, aflora en los gaseosos y errabundos campos cromáticos de Unconceptual, 2008. El extraordinario poder y el aplomo de estas formas abstractas empujan la mente tras el rastro de equivalentes figurativos dentro del orbe natural. Bajo la superficie de estas obras podemos adivinar cimas de montaña, nubes vaporosas o cantos rodados, pero su belleza procede en el fondo de su inefabilidad, del misterio electrizado que las envuelve. La combinación de extravagantes figuras amorfas y una escueta geometría da lugar a una inconfundible vitalidad.

Al igual que en las pinturas, Lleó recurre en sus dibujos a colores apagados y a una severa geometría de curvas cerradas con cuadrados y rectas secantes o tangentes. En uno reciente, Hairy Sky, 2008, ha cosido al papel finísimas hebras azules con el objeto de activar el espacio plástico bidimensional y, de forma más sutil, aludir a la vieja técnica de puntear el dibujo con un punzón para trasladar la imagen al muro del fresco. Obras como la anterior o como Watermark I, 2008 se convierten en auténticas extensiones del artista. En esta última, la heterogénea recopilación forma un inventario del pensamiento imaginativo de su creador. Con una precisión casi infantil y una urdimbre de trazos apenas esbozados, Lleó plasma alegremente las huellas de caras, pies, tallos o gotas de lluvia para generar un autorretrato cuyo sujeto queda representado mediante un variado bodegón y una trama de números dispuesta en primer plano. Como en muchos otros dibujos, esos números marcan hitos personales cifrando así el poder de la memoria y la fugacidad del tiempo. Aquí los signos corresponden a edades significativas en la vida del artista: la suya, la de su padre al morir y las de sus dos hijos.

El paso del tiempo es no menos patente en la formidable tetralogía Pink-Sick, 2008, donde Lleó retoma su característico trapezoide, pero esta vez trazado con un opaco pigmento rosáceo como pedestal para toda la secuencia de composiciones. La penumbra de acuarela sangra en cada estampa por la superficie de papel crudo y, como anuncia el elocuente título, la angulación amorfa se desplaza gradualmente insinuando lo corporal: un coágulo de sangre humana cubierto por una mancha cancerosa de tinta negra. La técnica significante de Lleó se aparta ahora del procedimiento habitual en una serie presidida por la contemplación del mundo exterior: aquí mira hacia dentro persiguiendo la proyección sobre el papel de cosas físicamente reales pero no fácilmente perceptibles (un tumor maligno, secreciones corporales). Las dos querencias paradójicas de esta práctica (observación externa y reflexión interna) quedan resaltadas por el recurrente juego visual entre presencia y transparencia, solidez y fragilidad, vida y mortalidad, las cuales, vistas en su conjunto, nos desvelan las inspiraciones y convulsiones íntimas del autor.

Uno de sus más recientes proyectos ha consistido en presentar los dibujos (superficies planas) como esculturas, es decir, como instalaciones tridimensionales. The Perfect Year, 2008 es un cilindro de aluminio blanco forrado con acuarelas y dibujos que compagina eficazmente las tradicionales técnicas del dibujo con la fuerza de las armaduras metálicas actuales. El soporte geométrico emerge parcialmente de su anclaje en la pared permitiendo al espectador penetrar en lo más recóndito de la estructura abierta para contemplar el continuo panorama circular de ilustraciones. Los delicados dibujos de grafito que revisten esa superficie interior crean un ámbito onírico y sinuoso compuesto de ladrillos, árboles y senderos. Ese recinto dibujado muestra todo un cuadro del ciclo biológico en las tenues siluetas de rostros que aparecen y luego sutilmente desaparecen sobre el ruedo de papel produciendo un efecto a la vez sereno y desapacible.

Las 'tormentas de estudio' suponen una extraordinaria liberación de la línea y dejan pocas dudas de que Lluis Lleó anda en busca de lo personalmente revelador. El uso de una explícita representación dinámica y de formaciones geométricas para explorar territorios espirituales o la impalpable 'imagen inscrita en su cerebro' se aúnan como muestras de su tendencia a moverse entre la abstracción mecánica y una ilustración espontánea, casi diarística, que confirma su lugar en el arte de nuestro tiempo.