El Tarot, el Gran Juego, Madre y Padre de Todos los Juegos, Continente y Contenido.
El Tarot, consultado, manido, vilipendiado y escondido surge con inusitada fuerza en el Gran Oasis de los Monegros, ese poblachón destartalado y disparatado regido por la Columna y protegido talismánicamente por los sabios astrólogos musulmanes sabedores de la fuerza telúrica que pisaban.
Pablo Tello en un alarde de coraje inusitado se atreve a tocar lo intocable, rompe un tabú secular y da a luz veintidós espléndidos arcanos, frescos, herméticos y tentadores.
El artista hurga en su interior más recóndito y mira en su alrededor más cercano para la creación de ésta, su Gran Obra. Caos aparente, hilozoísmo si la miramos con detenimiento. Horror vacui que distrae la mirada del fondo acuoso de cada Arcano. Obra alquímica que transforma y alecciona así el consumismo sacrílego del que casi nadie se escapa.
Como Zolá, Pablo Tello escribe aquí un particularísimo y...psicodélico j´accuse. Como Jüng nos invita al diálogo sincero entre nuestro consciente y nuestro inconsciente y lo hace con un universo simbólico envolvente y acogedor plasmado en cada Arcano. Como Dormier nos invita a reciclar los desechos externos de tal forma que, sin darnos cuenta reciclamos nuestra basura interna. En su metáfora, Pablo Tello va un paso más allá que Derrida al destruir y construir desdramatizando.
Artista y Mago confluyen y se confabulan para hacernos salir, sin ruido, de las coordenadas espacio-temporales que nos comprimen y, sin darnos cuenta, ya jugando con ellos…
Por Alfredo Ballestín (Astrólogo y profesor de la Universidad de Zaragoza).
Entrada actualizada el el 08 nov de 2017
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