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En 1936, Chiang Yee, pintor y poeta exiliado político en Londres, visitó la Region de los Lagos en el norte de Inglaterra, famosa por sus lagos y montañas. Durante el siglo XVII la region de los Lagos fue uno de los lugares de origen del movimiento romántico europeo en pintura y poesía, cuna de Wordsworth y residencia de Coleridge y de De Quincey. Por todo ello se convirtió muy pronto en punto de interés para el turismo paisajístico moderno. Chiang Yee recorrió la region a pié y en autobús durante dos semanas escribiendo poemas y pintando ... a la manera china clásica. Después de volver a Londres publicó un diario de sus viajes que contenía escritos en prosa sobre los habitantes, y poesía y pinturas sobre el paisaje. Su libro, The Silent Traveller in Lakeland (El viajero silencioso en la Tierra de los Lagos), fue muy popular entre los lectores ingleses, muy interesados en descubrir como veía su region un visitante chino.

En este proyecto, Return of the Silent Traveller (El regreso del viajero silencioso) Weng Peijun (Weng Fen) vuelve a la región en 2006, setenta años después de Chiang Yee para buscar una respuesta contemporánea a este paisaje visto desde la perspectiva china.

El proyecto de la Región de los Lagos incluye a una familia de tres: el propio Weng Peijun, su mujer y su hija. Juntos recorrieron la region y realizaron numerosos paseos para experimentar diferentes sensaciones desde variadas perspectivas. Tomaron documentación en fotografía y video, y escribieron diarios para recordar los paisajes, las personas los acontecimientos y los intercambios realizados.

La exposición que se presenta en la Galería Moriarty de Madrid es la primera que realiza Weng sobre la experiencia de su “Proyecto de la Región de los Lagos” e incluye una selección de fotografías de gran formato, una instalación documental con vídeos y fragmentos de los diarios, así como otra instalación que si bien es ajena al proyecto, representa una metáfora de los pelígros que amenazan a los sueños de Weng Peijun.

La obra de Weng Peijun (Weng Fen) se desarrolla dentro del complejo y fascinante efecto que el gigantesto cambio estructural acometido en los últimos tiempos por la República Popular China ha producido sobre su paisaje y sus habitantes.
La introducción acelerada en el sistema económico global de grandes áreas semi-urbanas transformadas en pocos años (algunas de ellas en pocos meses) en megalópolis delirantes y la consiguiente reconversión en un tiempo récord de sus pobladores, procedentes del empobrecido e ignorante mundo rural, a hiperactivos urbanitas plenamente integrados en el sistema de producción global, está produciendo radicales contradicciones que incluyen tanto la incomprensión y la perplejidad como la ilusión y la desatada energía. Un profundo cambio económico y social con efecto en los usos y relaciones sociales, en las formas de vida y en la percepción subjetiva de la realidad.

En sus famosas series “On the Wall” y “Bird?s Eye Wiew” (“En el muro” y “A vista de pájaro”) Weng Peijun representa esa mirada inocente, asombrada y perpleja sobre la súbita aparición ante los ojos de la Nueva China. Las jóvenes escolares uniformadas, esa uniformidad representativa de la Vieja China planificada, se limitan a observar, sentadas sobre un muro o de pie en lo alto de modernos edificios, la apoteósica revelación de un nuevo mundo. Los poderosos rascacielos, los enjambres de acero y hormigón se levantan hacia el cielo como una seria amenaza y también como signos de esperanza. Detras de la masa de cemento no hace mucho estaba el campo, la antigua naturaleza ahora tachada. El cambio ha sido tan rápido que ahora la mirada necesita acostumbrarse, hay que permanecer como un observador inmóvil mucho tiempo.

En “Staring at the Sea” y “Staring al the Lake” (“Mirando al mar” y “Mirando al Lago”), sus siguientes series fotográficas, Weng Peijun nos ofrece desde el mismo punto de vista (en alguna incluso las mismas adolescentes uniformadas), la mirada contraria. En este caso se trata de la naturaleza restante, todavía indemne, justo antes de ser transformada. Maravillosos paisajes que en breve van a ser abolidos por la voraz maquinaria del progreso y el nuevo orden económico. Weng propone la misma mirada inmóvil, la certificación pasiva de que las cosas todavía son así aunque no durarán mucho tiempo, con esa confuciana adaptación a la realidad que caracteriza al espíritu oriental.

La Presa de las Tres Gargantas es el pardigma monumental de todo este proceso y una auténtica conmoción en el imaginario chino. La presa más grande del mundo en el río Yangtse dejará bajo el nivel de las aguas a 19 ciudades y 326 pueblos. Las obras han afectado ya a casi dos millones personas que en su mayoría han sido realojadas en la moderna ciudad de Chongqing y su puesta en marcha sumergirá bajo las aguas 630 km2 de territorio.
La pieza central de la intalación que Weng Fen presentó en el Pabellón de China en la Bienal de Liverpool en 2006 fué una maqueta de enorme tamaño de la Presa de las Tres Gargantas realizada con huevos. Huevos que por una parte representan el alimento natural del viejo orden campesino y por otro la simultánea fragilidad y dureza del nuevo orden sobrevenido sin saber exactamente cómo ha sido.

Weng Peijun, cuya obra ha recorrido en poco tiempo medio mundo, reivindica una forma de mirar lo global específicamente china. Como en el retrato de familia “Great Family Aspirations: Patriotism” donde aparecen los tres vestidos como en la época de Mao, compone con su familia una auténtica patrulla china de investigación.

En la exposición que presenta en Moriarty “La vuelta del viajero solitario–Proyecto de la Región de los Lagos”, indaga, continuando con su quieta y apacible observación desde la cumbre, en el paisaje sostenible, aquel que por su perfección e historia permanece íntegro, mantenido por el negocio del turismo y el deporte al aire libre. Ese jardín occidental rodeado de ciudades industriales pero definitivamente incólume, reducto microscópico de la buena conciencia europea que visto y vivido por la familia Weng se convierte en “ Peijun?s Heaven”.