Dice Jean Baudrillard en el capitulo que dedica a la colección, en su libro El sistema de los objetos, que siempre se colecciona uno a si mismo. Me permito extraer esta frase de todo el discurso de este autor, como se le permite a un cazador extrae la cabeza de un animal abatido por su escopeta. Tanto la cabeza del animal como la cita, son trofeos que uno exhibe de manera jactanciosa. En la exposición Trofeos de Tamara Feijoo en Alterarte, las palabras de Baudrillard se cumplen literalmente en un juego narcisista de taxidermia dibujística, como dice la autora. Este juego conforma una colección de autorretratos en los que la artista aparece con distintos tocados: unas orejas de liebre, una cornamenta de alce… Todo ello realizado cuidadosamente con temperas sobre papel añejo.

Por lo general, lo importante de la colección de ... trofeos es la narrativa que se esconde detrás de todos ellos. Narrativa que cuenta la gesta épica que se ha dado para poseerlos. Y si la cosa no ha sido tan feroz, la ficción se hace cargo de ello. Porque al fin y al cabo, nadie admitirá que aquel oso se crió en un circo, era viejo y estaba ebrio. Ventajosamente con los Trofeos de Tamara Feijoo, el texto curatorial es prescindible. Por lo que a mí respecta hago en este momento medio mutis, invitándoles una vez más a que ¡pasen y vean!