El lenguaje de Udaeta es el de la fragmentación, el que permite estirar historias que hablan de la física y la metafísica del universo, de una fusión entre el sentido matemático y el mítico, de cómo la referencia arquitectónica se explicita en series como Domus o se abstrae en una ciudad antigua, de cómo el aspecto externo de una casa puede diferenciar su interior en función de los cambios de estructura, con elementos que tienen dos vidas según mires la parte de delante de la pieza o la de detrás, como el positivo y el negativo... Foso y muralla nos muestra la idea más dura de la piedra, la piel externa, pero dentro, la comunicación se vuelve fluida entre el agua y la muralla.

El trasfondo arquitectónico de muchas de estas estructuras (casas, tótems, torres, atalayas, muros...) nos conducen hacia ... el símbolo de la casa o de la ciudad, pero lejos de la visión romántica del arquetipo, porque el artista es consciente de una saturación de sentido que nos conduce al vacío. Desde esta perspectiva, Udaeta abre el juego como si fuese una enciclopedia de posibilidades y, más aún, de significados indefinidos que sólo puede continuar cada espectador.