En esta nueva exposición Trastoy insiste en su sempiterna idea de crear una atmósfera específica para cada una de sus muestras, pero a diferencia de en otros trabajos previos, ahora no pretende trazar los dibujos de forma tan evidente, o al menos como lo hacía antes. Es cierto que sigue investigando en torno a las posibilidades del espacio y del dibujo, pero al mismo tiempo juega con la indefinición, de modo que en este análisis abandona definitivamente la base que hace que un dibujo sea percibido como tal, esto es, su forma y su soporte tradicionales.

De este modo, concibe dibujos etéreos, que ya no precisan perpetuarse a través del grafito, de la tinta, ni tan siquiera de un píxel, ni buscan exactamente materializarse para ser considerados como reales, pero que paradójicamente van surgiendo de su propia presencia física. Lo que le interesa del dibujo es la huella ... que ocupa, que es capaz de crear un nuevo espacio plástico. Con esto su obra se vuelve casi escultórica, porque se relaciona con el entorno de forma más directa, a través de los juegos de luces y sombras, de las masas y de los vacíos...