a sabemos que de poco a nada hay todo un mundo. Y es que decir un poco, como decir casi nada, es una manera de esquivar los ardides de la certeza sensible del aquí y ahora, de lo absolutamente singular que se presenta como lo más obvio e inmediato, pero es en realidad lo más subjetivo, lo más primitivo e indeterminado con que nos topamos en nuestra existencia cotidiana. Ante el vértigo que provoca esa aparente evidencia, la obra de arte ha optado o bien por abrazarla y dejarse llevar por ella, o bien por refugiarse en el concepto, querer decir otra cosa, reducirla a símbolo o a llamada a la acción identitaria, pese al riesgo de derivar en la pontificación sacerdotal o en la proclama propagandística (y quizás, de hecho, caer doblemente presa de su hechizo y de su disimulada contradicción). [Fragmento del texto Un Poco de Hugo Castigniani]