Descripción de la Exposición ------------------------------------------------------- ------------------------------------------------------- Decir que el arte español contemporáneo sería distinto sin Tapies, o sin Millares, o sin Saura, o sin Guerrero, o sin Gordillo, o sin Broto, o sin Sicilia, es algo evidente. La obra de un gran artista posee, como las grandes ciudades, un área de influencia, y en arte, como en geografía, existen maneras de medir hasta dónde alcanzan esas áreas. De un galerista, en cambio, resulta siempre más difícil saber en qué medida ejerce una influencia, saber si realmente el arte de un país sería distinto sin él. Conozco a muchos galeristas españoles, y entre ellos tengo a varios amigos queridos. Ninguno se ofenderá, estoy seguro de ello, si digo que el galerista moderno más insustituible, aquel sin el cual realmente hubiera sido otro el paisaje de nuestro arte, fue la inolvidable Juana Mordó. Para la generación del cincuenta, que empezaba a ser descubierta por Pierre Matisse, Stadler, Daniel Cordier, Martha Jackson, René Drouin y demás grandes figuras del comercio internacional del arte, Juana Mordó supuso la posibilidad de conectar también con un mercado nacional, mercado que a finales de los cincuenta era todavía más un anhelo que una realidad. Desde su puesto de directora artística de Biosca, ella hizo todo lo posible para que las cosas empezaran a cambiar. Organizó una de las principales exposiciones de El Paso, y unas semanas antes de que la selección del poeta y curator Frank O'Hara para el MOMA marchara a Nueva York, colgó parte en la sala de la calle Génova. Presentó decisivas individuales de Millares, de Saura, de Lucio Muñoz, de Chirino, de Canogar, de Rivera, de Carmen Laffón, de Arroyo. Lo mucho por ella realizado en aquella galería, donde una veintena de años antes su maestro y amigo Eugenio d'Ors había celebrado los Salones de los Once, constituyó el respaldo con el que se decidió luego, en 1964, a abrir sala propia en el número 7 de la calle Víllanueva. Aquella fue una gran fecha para el arte de vanguardia español. Dos años más tarde, la inauguración del Museo de Arte Abstracto Español de Cuenca representaba otro hito. Ya instalada en su propia sala, Juana Mordó expuso a todos los miembros de El Paso-con la sola excepción de Viola-. Insistió especialmente en los nombres, en las obras de Millares, Saura, Chirino, Canogar y Rivera. Pero esa insistencia no le impidió estar atenta a otras vertientes de la generación del cincuenta. Supo reconocer el talento de los 'conquenses' Zóbel, Torner y Rueda. Escuchó las músicas de cámara de Mompó, Gonzalo Chillida, Farreras, Burguillos, Salvador Victoria, Enrique Gran o Joaquín Ramo. De los geométricos, acertó eligiendo a Sempere. Tuvo especial predilección por la obra aparte de Lucio Muñoz, el primer artista al que ofreció exponer en solitario. Unos meses después, le hizo a Guerrero, del que aquí ni la crítica ni los coleccionistas se acordaban para nada, su primera individual madrileña, editándole simultáneamente una carpeta de litografías con prólogo de Jorge Guillén, y logrando poco a poco incorporarlo a nuestra escena. Fue receptiva al arte catalán, como lo prueban las exposiciones que hizo de Miró, Tapies, Guinovart, Hernández Pijuán, Bechtold o Salvador Bru. Realistas no tuvo a muchos: en un primer momento, tan sólo a Amalia Avia, Julio L. Hernández y Carmen Laffón; pero el simple hecho de que lograra exponer una vez en Biosca, y otra en su propia sala, a la pintora sevillana, que tan poco se prodiga, es algo digno de reseña. Como lo es la presencia, en la primera temporada, de Alberto Greco, aquel raro argentino, próximo a Millares, a Saura, a los ZAJ -los ZAJ, que muchos años después actuarían en la sala de Castelló-, cuyo fulgurante paso por nuestra escena debería ser algún día objeto de una revisión. Juana Mordó, que era una exiliada, fue receptiva a la obra de los artistas de la España peregrina: expuso a Manuel Ángeles Ortiz, a Bores, a Rodríguez Luna, a aquel Jacinto Salvadó que Picasso retrató en los años veinte como arlequín. Los hispanoamericanos estuvieron también presentes: Botero, Rómulo Macció, Miguel Condé, los dibujos del novelista Fernando del Paso. En cuanto a nombres europeos, ya en las primeras temporadas encontramos al singular Dmitrienko, y a César, y a Ipousteguy, y a Jean Lecoultre, que había sido uno de los protagonistas de la vanguardia madrileña de la primerísima posguerra. Y luego las grandes exposiciones de prestigio, la de Kandinsky, la de Hartung, la de Hockney, la de Erté o la del poeta-pintor Lucebert. Además de mover la obra de los artistas en Madrid, y de encontrarles -y no nacían por generación espontánea- coleccionistas aquí, y de trabar para ellos contactos internacionales, y de llevarles a las grandes ferias, Juana Mordó supo desde el primer momento tejer una red nacional. No pocas galerías de provincia -La Pasarela, en Sevilla, tal vez sea el mejor ejemplo- basaban su programación en la de la sala de la calle Villanueva. La ardua acción de esas galerías modificó profundamente el paisaje de la provincia española, a la que los acontecimientos artísticos madrileños, de los que daban puntual noticia las crónicas de Moreno Galván en Triunfo, iban llegando así en directo. Hubo unos años -los sesenta- en que Villanueva, 7, era el sitio: la galería madrileña que cualquier visitante de fuera debía visitar para saber qué pasaba aquí. Juana Mordó contaba entonces, para componer sus temporadas, con un fantástico arsenal de piezas, muchas de las cuales están hoy en los museos y en las grandes colecciones: las arpilleras de Millares, los retratos imaginarios de Saura, las rejas de Sempere y las rejillas de Rivera, los homenajes de Torner, las cajas de cerillas de Rueda, las maderas de Lucio Muñoz, las escrituras aéreas de Mompó, las espirales de hierro de Chirino, los paisajes abstractos de Zóbel, las becquerianas figuraciones sevillanas de Carmen Laffón y las sombrías visiones madrileñas de Amalia Avia y Julio L. Hernández, y así, sucesivamente... Luego le nacieron a juana Mordó competidores leales -Edurne, que abrió casi al lado y se especializó en la generación de Gordillo, o Egam, también en la misma calle, y que en un principio estuvo planteada como casa hermana-, y otros no tan leales que se fueron aprovechando de los desfallecimientos y de los problemas. Los tiempos cambiaban, se marchaban algunos artistas, aparecían otros. Madrid, sobre todo, cambiaba, en algunos aspectos para bien, y en otros -años setenta, años de un boom hortera que provocaba vocaciones galerísticas menos meritorias que las de los años difíciles- para mal. Juana Mordó seguía en cubierta, y seguía siendo una referencia ineludible, uno de los pocos sitios estables y acogedores de un Madrid un poco loco. 'Las Esperanzas' -y Javier Mugarza- simbolizaban y simbolizan esa estabilidad, y por eso casi todos los fans de la galería nos sentimos un poco desorientados cuando ésta se dividió en dos, y cuando, en consecuencia, aquel equipo compacto y sin fisuras tuvo que repartirse entre dos salas. Juana Mordó, por lo demás, no hizo oídos sordos a lo que vino después de los cincuenta. Supo advertir la singularidad de algunos artistas rompedores de los sesenta, como el Equipo Crónica, o como Arroyo, cuya primera individual madrileña se celebró en Biosca, y cuya exposición de retorno tuvo lugar, casi quince años después, en la sala de Castelló. Se fijó en Bonifacio. Les dio cancha, cuando eran jóvenes y casi desconocidos, a Campano, a Pancho Ortuño, a Frederic Amat, a Juan Suárez. Se fijó en la emergencia de nuevos valores realistas como Daniel Quintero, Matías Quetglas, César Luengo o Joaquín Risueño. Todo esto no fue presentado, obviamente, en el orden cerrado en que había sido presentada la generación abstracta. No podía ser de otro modo: porque la admirable fidelidad de Juana Mordó a los artistas que en su momento había elegido la obligaba moralmente a reservarles buena parte de las fechas de exposición, y también porque habían ido apareciendo salas que encarnaban los nuevos tiempos, y hacia las que se orientaba la mayoría de los jóvenes. Sin embargo, hubo un momento en que la galería volvió a estar, como en 1964, aunque en este caso sólo durante un mes, en el centro de todas las polémicas. Me refiero, naturalmente, a la muestra 1980, celebrada en la sala de Castelló, y que hicieron posible -además, obviamente, del entusiasmo de la propia Juana Mordó- Lucio Muñoz, que se sentía interesado por lo que pintaban los jóvenes; Pancho Ortuño, que se sentía un poco aislado en la sola compañía generacional de Campano, y Kico Rivas, que se sentía fascinado por la personalidad de Juana Mordó. Aquello no tuvo consecuencias en la política de la galería a largo plazo, y la prueba es que ninguno de los expositores ajenos a ella se incorporó a su 'cuadra', pero de cara a la difusión de la pintura ahí mostrada, aquello fue muy importante, aparte de por la calidad de los cuadros y por el énfasis que los tres críticos firmantes de la convocatoria pusimos en el gesto de reunirlos, por el lugar donde fueron mostrados. Quince años después de la inauguración de su galería, Juana Mordó seguía teniendo aura, seguía simbolizando mejor que nadie una vocación moderna, la misma que empuja a su colaboradora y sucesora, Helga de Alvear, a continuar la tarea, y a comprometerse decididamente con el arte de hoy mismo.
Esta muestra presenta una de las colecciones más importantes que componen el fondo del Patrimonio Artístico. La colección es prácticamente desconocida y su presencia en Valladolid supone un acontecimiento. Además se mostrarán por primera vez documentos cartas y postales del legado. Juana Mordó, vital galerista y fiel defensora del arte de vanguardia, dedicó toda su vida a la promoción de los pintores y escultores de su tiempo. El Legado está compuesto en su mayoría por obras de indudable valor artístico, pero con una fuerte carga sentimental. Muchas de las piezas están acompañadas de cariñosas dedicatorias debido a que son regalos que le hacían los artistas por algún acontecimiento especial. La gran mayoría de sus obras revela la atención que los más significativos creadores contemporáneos españoles le han prestado al pequeño formato. Una serie de pinturas clave para conocer las diferentes técnicas empleadas por los artistas más originales de nuestro tiempo: óleo, acrílico, dibujo, grabado? La colección, reunida a lo largo de más de cuarenta años (1950-1983), es de gran proyección cultural y a su vez un manifiesto del arte nuevo. Artistas en la exposición: Antonio Lorenzo, Rafael Canogar, José Luis Fajardo, Manuel Rivera, Francisco Farreras, Arturo Pierrot, Gloria Alcahud, Lucio Muñoz, Alberto Greco, Alfonso Fraile, Manuel Viola, José Freixanes, Manuel Hernández Mompó, Benjamín Palencia, Antonio Saura, Joan Ponç, Jean Lecoultre, Álvaro Delgado, Augusto Tagle, Francisco Mateos, Rinaldo Paluzzi, Simón Póstuma, Gerardo Rueda, Agustín Redondela, Manuel Hernández Mompó, Amalia Avia, Pablo Schabelsky, Joan Brossa/Joan Miró, Fernando Zobel, Salvador Victoria, Luis Feito, Matías Quetglas, Eusebio Sempere, Gustavo Torner, Rafael Alberti, José Mª Pérez de Cossío, Manuel Millares, Frederic Amat, Eduardo Vicente, Juan Genovés, Antón Lamazares, Joan Ponç, Rafael Álvarez Ortega, José Luis Fajardo, Luis Sáez, Álvaro Delgado, Carmen Laffón, José Caballero, Nicolás Muller, Enrique Gran, Cecil King, Gustavo Torner, María Girona, Leopoldo Novoa, Enrique Gran, Luis Tomasello, Jaume Pla, Amalia Avia, Gonzalo Chillida, Ramón Aguilar Moré, J. Vaquero Turcios, José Guerrero, Arturo Pierrot, Manuel Ángeles Ortiz, Fernando Zobel, Gerardo Delgado, Ramón Navarro, Cumella Serret, Pierre Dmitrienko, Nadia Yerba, Antonio López Torres, Jacques Fouquer, Pablo Palazuelo, Alvaro Suñer, Pablo Serrano, Francisco Hidalgo, Antonio Cumella Serret, Washington Barcala, Manuel Colmeiro, Antonio Guante, Feliciano Hernández, Teresa Eguibar, Enrique Salamanca, José Caballero, Julio López Hernández, Martín Chirino, Eusebio Sempere, Albert Ráfols Casamada, Juana Francés, Eduardo Chillida.
Premio. 01 abr de 2025 - 18 may de 2025 / Bilbao, Vizcaya, España
Exposición. 14 may de 2025 - 08 sep de 2025 / Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (MNCARS) / Madrid, España
Formación. 30 oct de 2025 - 11 jun de 2026 / Museo Nacional del Prado / Madrid, España