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Daniel Vázquez Díaz es una de las personalidades más representativas del panorama artístico español de la primera mitad del siglo XX. Su obra pictórica es una de las más personales e inconfundibles de su tiempo, y resulta indispensable para comprender la pintura que se hace en España en la primera mitad del siglo XX.

... style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt">Vázquez Díaz reside en París entre 1906 y 1918, asiste al nacimiento del cubismo y convive con los artistas más avanzados de su época. A su vuelta a Madrid, se convierte en abanderado del esfuerzo renovador que emprenden los círculos artísticos españoles. Elabora un lenguaje que retoma la lección del cubismo para aplicarla no sólo a la realidad española, con sus peculiaridades y tipologías, sino también y formalmente a un concepto pictórico que tiene, como muchos pintores internacionales de la generación anterior, sus ojos puestos en la pintura clásica y muy especialmente en Velázquez.

La propia vida y los intereses artísticos de la obra de Daniel Vázquez Díaz sintonizan con las ideas y los hechos sobre los que se construye la historia del arte español de la primera mitad del siglo XX: la voluntad de afirmación de lo vernáculo frente al deseo de apertura a lo internacional y, en definitiva, el debate entre modernidad y tradición resultan fundamentales en la obra de Vázquez Díaz, y, en general, en el arte español anterior a 1936.

Debemos destacar, finalmente, la importancia que cobra Vázquez Díaz como retratista de toda una época, gracias a la importantísima serie de dibujos Hombres de mi tiempo, que reúne a lo largo de su vida retratos de los principales artistas, intelectuales, científicos y políticos de la generación anterior a la guerra civil.

Vázquez Díaz representa, junto con Solana, una línea de la renovación artística española compleja y característica, pero fundamental para comprender el difícil proceso de modernización que atraviesa el arte español de la primera mitad del siglo XX. En este sentido esta importante colección de obras de Daniel Vázquez Díaz se inscribe con gran coherencia en las colecciones de MAPFRE, cuyas obras se han convertido ya en referente obligado para el estudio del arte español anterior a la guerra givil.

La valiosa colección de obras de Daniel Vázquez Díaz recorre los temas fundamentales de su producción a través de una serie de óleos y dibujos de primera importancia:

ÓLEOS

En 1906, Vázquez Díaz se había instalado en Montmartre y, a través de Modigliani, se había introducido en el ambiente de la bohemia parisina. En seguida se deja seducir por los lenguajes vanguardistas que allí se gestaban pero, nunca abandona la referencia al mundo real y a la figura humana. Vázquez Díaz expresa en París estos nuevos lenguajes a través de asuntos tradicionalmente españoles, como toreros, mujeres con mantillas y otras formas del tópico folklórico hispano, que obtienen un éxito considerable en las exposiciones de arte renovador. Toreros saludando (c. 1908) constituye, en este sentido, un magnífico ejemplo: la arena del coso, plana y amarilla, contribuye a negar la perspectiva y los colores brillantes de los trajes de los toreros no están lejos de las estridencias coloristas de los artistas del postimpresionismo. Esta obra constituye, sin duda, una de las más características, ya que resume buena parte de los intereses estéticos del artista.

El magnífico Autorretrato joven, realizado hacia 1912, constituye una prueba de la confianza con que Vázquez Díaz construye su carrera. Está realizado en un momento de gran expansión plástica para el artista: en estos momentos ya participaba en los foros más avanzados de la vanguardia parisina, como el Salon des Indépendants o el Salon d?Automne, y el estado francés acababa de adquirir su cuadro Playa de Biarritz. Desde el punto de vista personal, atravesaba una época de gran plenitud, marcada por su boda con la escultora danesa Eva Preetsmann Aggerholm y por el nacimiento de su hijo Rafael. A través de este autorretrato, uno de los más enigmáticos de su producción, nos acercamos al Vázquez Díaz más íntimo, que a partir de la segunda década del siglo comienza a retratarse a sí mismo y a su entorno más cercano.

Eva y Rafaelito (c. 1915) es, sin duda, un magnífico ejemplo del interés del artista por su propia intimidad. La pintura retrata a su esposa Eva y a su hijo Rafael jugando en un interior. La disposición de las figuras y el cortinón que les acompaña se convierten en un guiño hacia el retrato barroco de aparato. No obstante, la plasticidad y el “aire” cubista de la composición convierten esta pintura en ejemplo de la renovación de los géneros tradicionales por parte de Vázquez Díaz. Es una pintura muy importante para el artista, pues la mantuvo consigo durante muchos años y, de hecho, se conservan fotos posteriores del pintor posando delante del cuadro.

A su vuelta de París, en 1918, Vázquez Díaz realiza La Alameda de Fuenterrabía, que constituye un magnífico ejemplo de la maestría del artista para con el paisaje. El recuerdo de los maestros postimpresionistas está presente a través de la disposición de los árboles, del uso, casi arbitrario, de los colores, de las tintas planas… Debemos tener en cuenta que, una década antes, en París, Vázquez Díaz frecuentaba la galería de Ambroise Vollard en la Rue Laffitte, donde había entrado en contacto con la obra de Cézanne, Gauguin, Renoir o Matisse, entre otros. Por estas mismas fechas, en 1919, Vázquez Díaz participa, junto con buena parte de estos artistas, en la Primera Exposición Internacional de Pintura y Escultura celebrada en Bilbao.

El impacto que supuso para el pintor la obra de Cézanne y el primer cubismo, a cuyo nacimiento había asistido, también se manifiesta en el afán constructivo y arquitectónico que domina buena parte de sus paisajes. Iglesia de San Jorge en Palos se convierte en un magnífico ejemplo.

Las Bañistas (c. 1930 – 1935) es, sin duda, una de las obras más importantes en la producción de Vázquez Díaz. Se presenta como colofón de una época que culmina con la guerra civil y que cierra una manera de entender la producción artística que cambiará para siempre. A través de estas mujeres desnudas, calificadas con la clásica denominación de “bañistas”, Vázquez Díaz continúa mostrando su veneración hacia los principios cézannianos, que constituyen la base de la vanguardia artística. A través de ellos, el artista puede mantener una clara filiación con la modernidad, amparándose en el clasicismo que acompaña a las primeras vanguardias históricas. Constituye, por tanto, un resumen de calidad excepcional sobre las preocupaciones formales de Vázquez Díaz, unos aspectos que el artista desarrollará plenamente a través de su faceta pedagógica.

DIBUJOS

A lo largo de su vida, Daniel Vázquez Díaz dibujó, como testimonio de su admiración y amistad, pero también con verdadero afán documentalista, las cabezas de muchos de los personajes más relevantes de su tiempo, creando a través de los años una valiosísima galería iconográfica que nos acerca al pulso intelectual, artístico, político y social de la España de la primera mitad del siglo y del París que conoció el pintor. Vázquez Díaz retrató los rostros de críticos, poetas o escritores que le apoyaron en su carrera, de científicos e intelectuales a los que respetaba, de toreros a los que admiraba, de actores y actrices de talento, o simplemente de entrañables amigos.

La colección incluye 70 de estos retratos, entre los que cabe destacar los de Juan de la Cierva, el Conde de Romanones, el Duque de Alba, Rafael Sánchez Mazas, Paul Fort, Gabriel d?Annunzio, Ramón Gómez de la Serna, Eugenio d?Ors, Ramón María del Valle Inclán, Pío Baroja, Ricardo Baroja, Mariano Benlliure o Picasso.

No hay que olvidar que la idea de modernidad artística está, en aquellas décadas, estrechamente ligada a una idea de modernidad mucho más general, que abarca todos los ámbitos de la vida española. El debate entre tradición y modernidad que se establece en el mundo del arte también se produce en el mundo político y cultural que termina en 1936. El carácter ambivalente de Daniel Vázquez Díaz permite verlo como un paradigma de la suerte del arte español de la primera mitad del siglo.