Durante las últimas décadas, he visto ponerse el sol en tres continentes, las dunas del desierto, elegantes y sofisticadas tiendas en Milán y Lisboa, flotar cadáveres sobre las aguas del Ganges, espectaculares lofts, y la redacción de la revista más trendy del Reino Unido entre otras muchas cosas.
He hablado con artistas, nuevos creadores, diseñadores que ponen pelos de pubis en los azulejos de los cuartos de baño, pastores de ovejas y filósofos que definen el arte de vanguardia como un molesto grano en el culo.
Naturalmente, hoy nadie desconfía de los buenos propósitos ni de la bondad de las obras de Arte. Aun así, algunos aspectos más lúdicos y transgresores del arte actual, empiezan a poner en tela de juicio la finalidad última de la propia esencia del Arte.
Por tanto, no es de extrañar que algunos teóricos y profesionales de toda la vida andemos de cabeza redefiniendo esta profesión e incluso...pensando en sustituir la palabra <> por otra menos confusa.
Y es que las cosas no duran eternamente y hoy para hablar de Arte tenemos que despojarnos de ciertos perjuicios y entender que vivimos en un mundo complejo, sin demasiadas fronteras, donde las cosas se mezclan de forma natural y la información esta al alcance de todos.
Durante este tiempo también he conocido gente capaz de identificar la lana por su olor, tocar y saborear extrañas texturas, imaginar y crear objetos que sirven para ver la tele o hacer el amor encima de ellos, expertos medioambientales y fotógrafos inclasificables, diseñadores de sueños y diseñadores de vehículos ecológicos. Filósofos visionarios, artistas deprimidos, premios y premiados, arquitectos y vagabundos.
He comido en restaurantes de lujo, antros cutrísimos y una desaconsejable cantidad de grasientos bocatas de beicon, ancas de rana y sushi congelado.
He oído frases ingeniosas en francés, italiano y portugués. Montones de teorías absurdas y no tan absurdas. He conocido gente de veinte y noventa años capaz de compartir ilusiones. Elegantes y andrajosos empresarios preocupados por la deforestación, la lluvia ácida y la televisión.
He asistido a fiestas y entregas de premios. He bailado el cha-cha-cha en guateques y he caído rendido ante mujeres bellísimas, no tan bellas y feas de buen ver. He aprendido a diferenciar el salmón noruego del escocés, los huevos de granja, la cecina e incluso he dado de comer a un enorme gran danés.
¿Y qué?
¿Dónde está el truco?
Quizás no exista truco alguno. Nos gusta que nos sorprendan, divertirnos, ser jóvenes a los sesenta, y vivir eternamente.
Por esto, mis pinturas tratan de dar respuesta a estas inquietudes y nos proponen incorporar en nuestra vida objetos que transgreden su propio valor de uso y que nos permiten formar parte de este exclusivo club.
Manuel Valls
Entrada actualizada el el 27 nov de 2015
¿Te gustaría añadir o modificar algo de este perfil?
