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Decíamos en otra ocasión que Emilio Celeiro tiene una especial predilección por ahondar en el análisis de objetos reales a los que, luego de descubrir sus ocultas raíces, convierte en símbolos. En la presente exposición, hay dos figuras omnipresentes, totémicas, un paisaje bipolar, un Jano bifronte: el Pez y el Círculo.
El origen del simbolismo del pez (que se encuentra en numerosas formas tradicionales) es nórdico, incluso hiperbórea, difundiendo luego por el Norte de Europa y Asia Central, en particular en la India y Persia. Precisamente en la India el primero de los 'descensos de Vishnu' se realizaba manifestándose en forma de pez, situándose temporalmente al comienzo del ciclo anual de la Humanidad, en relación inmediata con el punto de partida de la Tradición Primordial. También el cristianismo adoptó el pez como icono identificativo.
Pero los peces de Celeiro (abisales, fósiles, fantásticos, acorazados...), estos aguafuertes y litografías realizadas con trazos que nos recuerdan los dibujos de Leonardo da Vinci, son denominados por él 'máquinas de guerra'. Deja el pez de ser símbolo de paz para transmutarse en profeta de la muerte, en terrible oráculo. Visión pesimista, la del artista, que nos presenta imágenes desoladas, enfebrecidas; visiones chamánicas que nos alertan de los peligros que acechan a una Humanidad (oculta por máscaras), que transita por el filo de los precipicios, dominada por la guerra, sometida por la máquina, separada de lo espiritual.
Pero Celeiro abre una puerta al Futuro. Y éste está en el Círculo, la rueda (presentes en litografías con gofrados que semejan nebulosas), que probablemente sea el símbolo sacro más universal.
El Círculo Cósmico, el Zodiaco, la Rueda tarotiana de la Fortuna, la rueda sefirótica de las emanaciones de las que nos habla la Cábala. La mitología egipcia se inicia con un punto que estalla y nace el círculo (el territorio que otearíamos desde el pináculo de una pirámide), igual que del Big Bang procede la expansión del Universo. Ra, el disco solar, envía sus rayos vivificadores. Y cierto pensamiento esotérico afirma que la verdad está en el centro del círculo.
Si los peces de Celeiro nos muestran el mal que todos escondemos en la caverna de nuestro inconsciente, sus círculos son el rostro de la esperanza del Jano bifronte.
Emilio, excelente artista, nos incita a la reflexión. Aprendamos de sus enseñanzas.
Entrada actualizada el el 26 may de 2016
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