Una vez más Enrique Radigales propone una mise en scène en la que se articulan y yuxtaponen tiempos histórico-cronológicos de la representación artística, capas de significado simbólico y relaciones dialécticas entre los formatos y soportes de la expresión plástica analógica y la digital.

Basado en fórmulas científicas, configuraciones físicas y matemáticas y metodologías y rutinas del trabajo en tecnología, Radigales abre una vez más focos de sensibilidad perceptiva, puntos de fuga, re-creando desde su obra el propósito esencial de las ventanas: hacer que la luz traspase al interior y ofrecernos un lugar desde el cual asomarnos, siempre con el ánimo de ver más allá.

Enrique Radigales nos invita con su WALL SOURCE a asomarnos por los mecanismos que promueven una nueva fe actual: la generación de valor de cambio simbólico y diferencial para el propio ... yo en tiempos de atomización. La carrera tecnológica, con su mascarada democrática, emerge como la vitamina que alimenta a los sofisticados organismos sociales que nos entrelazan y separan.

Complementando, aún parte de WALL SOURCE, una serie de dibujos en las que inscripciones en código fuente hechas con calco y cubiertas con fólders de plástico y papel guarro, son desvelados con lija. El trato físico del papel, el lijarlo como quien dibuja, supone esa búsqueda por revelar las entrañas de la superficie visible tan característica de su trabajo: como en la apertura de los códigos fuente originales en los navegadores Internet, es la eliminación de las capas exteriores la que nos brinda acceso a la estructura original del contenido. Ficcionar un presunto retrotiempo ?y su subproducto ruina- a través de la producción de capas materiales superpuestas, hace de estos dibujos en lija los correspondientes analógicos de las imaginerías digitales que por años han ocupado su producción visual en el proyecto online Idealword.org.

Si bien las ventanas góticas proponían el lugar de proyección de la fe en imágenes para el pueblo, Enrique Radigales nos invita con su Gothic toner a asomarnos por los mecanismos que promueven una nueva fe actual: la generación de valor de cambio simbólico y diferencial para el propio yo en tiempos de atomización. La carrera tecnológica, con su mascarada democrática, emerge como la vitamina que alimenta a los sofisticados organismos sociales que nos entrelazan y separan.

En la paradoja que para lo individual y lo colectivo, para el carácter esencial de lo humano, supone la sociedad de la información, es el biorritmo social de la tecnología el que marca las pautas de construcción de los nuevos sujetos. Es la capacidad de adaptación y desempeño del usuario, su ?actualización? al fin y al cabo, su adecuación darwiniana a Microsoft, Apple, Google, Facebook o Myspace, la que nos revela su devoción, dando pistas de su grado de fe y de efectividad como practicante de este nuevo credo.