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Varios son los motivos por los que se nota que el Certamen de la Confederación de Empresarios de la provincia de Cádiz se va haciendo mayor y va ganando en experiencia y en trascendencia. El más evidente es el número de presencias - más de trescientas -; valoración ésta que, además, incluye una importantísima nómina de hacedores de primera categoría - nombres que ocupan los más signifi cativos catálogos del arte contemporáneo -. Pero lo que más apoya nuestro primer comentario es que al Certamen acuden experiencias creativas que apuestan por lo más avanzado - y aquí no entran en juego los experimentos efímeros que algunos hacen para querer jugar a una modernidad que les cae de lejos -. Son acciones sustentadas en una concepción artística y estética bien ideada, seriamente estructurada y sabiamente ejecutada. Se observa, también, que ese objetivo al que aspira todo Certamen artístico, y que no es otro que la absoluta profesionalidad de sus participantes, se ha conseguido casi de forma mayoritaria -la nómina de participantes lo atestigua-. Al mismo tiempo, al jurado no deslumbra ni los efectismos de los nombres ni las exhuberancias pretéritas o futuras; guía la emoción que desprende la calidad, lo riguroso de la creatividad y el desarrollo de los buenos argumentos. Por eso, el Certamen discurre por el camino que lo hace, interesa a quien interesa y ha dejado que sea el propio deambular de la práctica artística el que ponga, si las tiene que poner, sus cortapisas.

Esta ha sido una edición de muchas buenas presencias, nos ha asistido el verdadero compromiso con el arte de hoy; no obstante, hemos tenido buenas referencias de lo que ha sido siempre el ejercicio de lo auténticamente artístico. Sin embargo, la gran fotografía, la verdadera, la ajena a las imposiciones de las modas, ha marcado rutas inequívocas y ha destacado sobremanera. También la vídeo creación ha impuesto su contundente realidad.

Ha sido un Certamen donde la cantidad ha hecho que la calidad surja sin imperativos, precisamente por ello se ha realizado un análisis minucioso para que prevalezca una realidad que se ha creído, dentro de los lógicos márgenes de la subjetividad, indiscutible para un jurado profesional, riguroso y ambicioso hacia los esquemas de un arte cuyas fronteras sólo las impone el resultado de la calidad sin más vuelta de hoja. Puedo dar fe de que los miembros del jurado no se dejan deslumbrar por simples ejercicios de fáciles e ilusorias probaturas.

La pintura ha bajado en intensidad -cualitativa y cuantitativa-; lo mismo ha ocurrido con la escultura; cosa que no se ha manifestado en las piezas de diseño y, como ya hemos visto, en la fotografía y en el vídeo. Como ha ocurrido en otras ediciones, nos hemos encontrado con un segmento amplio del arte de la provincia, pero nos ha llamado mucho la atención la cantidad de artistas foráneos que se han presentado; unos artistas que han trascendido con entusiasmo una creación abierta y sin complejos.

Las adquisiciones que van a engrosar la ya respetable colección de Arte Contemporáneo de la institución empresarial gaditana son las fotografías de Juan Carlos Toro y José Ramón Moreno Fernández, los vídeos de Arturo Fuentes Calle y la impresión sobre cerámica de David Robles.Todo un lujo que se completa con la importancia de lo seleccionado, entre lo que sobresalen nombres tan signifi cativos como Llorenç Ugas, Jorge Yeregui, Pako Reguera, David Saborido, Alejandro Botubol, Luis Quintero, Fátima Conesa o Paco Galeote, entre otros. Ejercicios absolutos de un arte contemporáneo en su más justa y determinante acepción.