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'...Y un blanco rumor (además)' es el epígrafe bajo el que se presentan las piezas dispuestas y articuladas en el espacio de la sala. Es a partir de un poema, que el propio visitante podrá recoger a la entrada de la sala, en torno al cual se modula la obra de Ricardo.
Al mismo tiempo, un mecanismo conceptual es el que hace ponerse en marcha la muestra expositiva de Ricardo González en el Observatorio del Arte. Ese objeto permanente, inmóvil e inamovible en la sala, la campana, una campana muda que ha perdido su función original y que se relaciona con la propia historia de la Comarca de Trasmiera. La obra pictórica y escultórica de Ricardo, parte visual y tangible de la exposición, en esta ocasión se interrelaciona con la música, desencadenando una ... relación automática con el resto de los sentidos del espectador, llegando así a interactuar en el espacio narrativo. Las imágenes que nos presenta este joven creador cántabro exhiben una especie de transformación en diferentes estratos que se van solapando, que fluyen, sin definir formas concretas, un todo surrealista que utilizando los fragmentos de nuestra realidad cotidiana nos va sumergiendo en una dimensión desconocida.
Acompañando la muestra nos rodea de música concreta, originaria de los años cincuenta del pasado siglo, donde el sonido en lugar de ser interpretado se convierte en un objeto externo que posee su propia realidad espacio-temporal, su propia presencia. Compuesta a base de sonidos cotidianos, ruidos como portazos, objetos que se caen, gritos, frases recitadas y descontextualizadas..., crea una atmósfera asfixiante que ayuda a comprender el mensaje de las obras de Ricardo González.