La obra reflexiona sobre las conexiones hombre-naturaleza en los territorios (peri)urbanos abandonados: lugares en los que la naturaleza se aprovecha de la ausencia humana para reapropiarse del espacio, devolviéndole su entropía originaria, que el hombre anuló al imponer su dominio y control. Asimismo, se utiliza la naturaleza como metáfora de aquellos seres humanos que son sometidos a procesos de (neo)colonización, que en la obra abren fisuras en el sistema que los oprime, para enunciarse con voz propia