“Me apasiona una fotografía que habla del mundo que nos rodea, ya sea de las personas que lo componen, de sus hábitats y oficios, así como de la naturaleza todopoderosa que los alberga. Y que desaparece ante nuestras narices. Desde esta perspectiva, la fotografía adquiere un carácter testimonial —de un paisaje que está replegándose, pues los bosques están cayendo, las lagunas secándose, los hielos fundiéndose; de una etnia amazónica que está en proceso de aculturización, de un pajarillo endémico cuyas horas de vuelo están contadas—. Posiblemente sea la razón por la cual en general prefiero el blanco y negro, que aporta un cierto halo de melancolía a la obra, la que, a la vez, intento intervenir lo menos posible”.