El hombre primitivo era instintivo, impulsivo y emocional y ya usaba la pintura para expresarse en las cavernas. Desde esa perspectiva, la pintura para mí conserva ese carácter instintivo de la expresión humana y a través de ella, me interesa rereflexionar sobre el valor real del progreso, cómo estamos construyendo un futuro tecnológico que quizás sin quererlo, parece alejarnos cada vez más de los valores humanistas y de nuestras necesidades como animales sociales. Vivimos absortos en nuestras pantallas y emocionalmente anestesiados. Mi práctica se centra en la investigación de lenguajes pictóricos a través del gesto y el azar o lo incontrolado. Me fascina el error como rasgo representativo del ser humano. Cuando estoy en el estudio, trabajando sobre una idea a menudo se producen errores, accidentes, sucesos inesperados o encuentros que me descubren nuevas posibilidades. Se produce un camino de ida y vuelta: lo que inspira la obra y lo que la obra me inspira.