Sotheby''s no quiso quedarse atrás cuando Christie''s paseó por media España algunas de las obras que subastará el 3 de octubre en el Hotel Palace. Así que optó por traer a Madrid unos espectaculares lienzos de Bacon y Warhol que se valoran en 50 M. de Euros. Son piezas que saldrán a la venta en Londres y Nueva York durante los meses de octubre y noviembre.

Sotheby''s ha querido exhibir también en nuestro país obras de primerísima categoría de autores nacionales, como el "Cuadro 47" que Manolo Millares pintó para la Bienal de Venecia de 1958 y que tiene un precio estimado de entre 365.000 y 500.000 Euros. Parece bastante improbable que los multimillonarios rusos y chinos se interesen por él -de momento-, por lo que aún seguirá al alcance de las fortunas locales.

Las casas de subastas más grandes del mundo son conscientes de que España tiene ya una masa notable de coleccionistas que "se están posicionando con fuerza en el circuito internacional", según Oliver Barker, director de Arte Contemporáneo de la casa Sotheby''s. La duda razonable es si los compradores españoles estarán a la altura de los nuevos ricos de Rusia, China o la India, que en pocos minutos elevan sus pujas por encima de los 15 ó 20 M. de Euros sin pestañear siquiera.

Son esos nuevos ricos surgidos de la descomposición de la Unión Soviética y de la transición de China hacia un "capitalismo planificado" los que espolean los precios hasta alturas incomprensibles para el común de los mortales. Esta misma semana pudimos ver en Londres cómo un poderoso combinado de nacionalismo y rublos impedía que se subastara la colección de Rostropóvich. Ningún portavoz de Sotheby''s ha querido confirmar el rumor de que el multimillonario ruso Alisher Usmánov se hiciera con las 500 obras de arte por el expeditivo procedimiento de firmar un cheque por el triple del precio inicialmente estimado.

Los ricos riquísimos de las economías emergentes son los que tiran del mercado en estos momentos de incertidumbre para el resto de los mortales. Representan un papel idéntico al que en su día tuvieron los ‘yupis'', que invertían en impresionismo francés las plusvalías acumuladas con la burbuja de las ‘punto com''.

Si todo sigue así, pronto dejaremos de ver en el mercado los grandes óleos de Bacon, Warhol y Picasso que aún no están en las colecciones públicas. Habrán pasado a decorar las gigantescas villas que se construyen los tiburones del nuevo capitalismo a las afueras de Shangai, Delhi o Moscú. Para paladares menos pudientes -y quizá más exquisitos- quedarán firmas como las de Millares, Tàpies o Miró, que se subastan en las mismas salas, aunque minutos después de que los millonarios del Tercer Mundo hayan subido a sus limusinas para tomar el camino de algún restaurante de moda en Kensington o el Soho.