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Paisajes herméticos, interiores humanos. Puertas que no cierran, aperturas. Puertas que, como la piel, no son muros sino puentes. La fotografía de Cana presenta un espacio de conexión, punto de contacto entre interior y exterior. A través de estas puertas accedemos a lo más íntimo, nos adentramos en el infinito humano; o bien salimos hacia afuera, hacia las múltiples miríadas que conforman lo diverso. Estos espacios son congelaciones de tiempo, fragmentos de ahora, instantes de eternidad cuyo signo es la luz. Y es la luz la que abre el camino hacia los escenarios de la geografía interior e ilumina las calles del adentro por donde transitamos. Cana es por tanto un explorador de la luz, ... de esa luz que se puede entrever en los instantes más poéticos de la pintura clásica o en algunos poemas de la tradición mística. Luz que habita en el espacio interior y desde aquí irradia y refracta, conecta con el océano de la realidad.