La Coral Terpsícore interpreta reiteradamente para todos nosotros The Microsoft Sound, aquella breve melodía que suena cuando arrancamos y apagamos los sistemas operativos de Windows. Un insólito encargo de la mano de Ignacio Uriarte, el trabajo del cual explora las pequeñas filtraciones artísticas que se cuelan en la vida laboral de un “hombre sin atributos” cualquiera.

Uriarte, que se define a él mismo como ex-oficinista, plantea su proceso creativo sin grandes artificios, a partir de reducir a la esencia estética el amplio catálogo de material fungible y software informático intrínsecos del pragmático día a día administrativo, como papeles DIN A-4, bolígrafos Bic, hojas de cálculo Excel, etc. Además, a menudo ha trabajado conjuntamente con personas que todavía permanecen inmersos en el gris mundo laboral, analizando los códigos y automatismos que regulan su cotidianidad con el fin de alterarlos; a la ... par que invertir la relación habitual entre estos individuos y la intervención artística. Así, tanto en Ocho horas de trabajo y una para comer, 2007 –vídeo que estudia el comportamiento postural del personal de la empresa Circutor de Terrassa en la entrada y la salida de su puesto de trabajo– como en Office Art Workshop, 2005 –pequeñas esculturas elaboradas con las empleadas de la Biblioteca Pública de Skibereen a partir de tareas extraídas de la su rutina diaria–, los trabajadores dejan de ser simples visitantes de la propuesta para pasar a protagonizarla.

Con Alfa & Omega presenciamos algunas innovaciones en su rutinaria manera de proceder. En primer lugar, aunque fortuitamente podamos encontrar algún oficinista entre sus colaboradores, no es este el motivo por el cual han sido seleccionados; sino por el hecho de ser las sopranos, contraltos, tenores o bajos que conforman el engranaje del citado coro vallense. Aún así, sí que se mantiene fiel al método que él mismo se ha autoimpuesto en el acto de invitarlos a corear una música pensada para ser entonada por una máquina; ya que este hecho subvierte las prácticas habituales del conjunto condicionándoles, no sólo a transcribir los sonidos digitales a las diferentes voces del canto coral, sino también a modular el formalismo de la voz clásica en una interpretación desenfadada (aunque seriamente ejecutada).

Por otro lado, el accidente creativo que en este caso se señala recae en uno de los momentos de no productividad que se permite, ya no el trabajador entendido como “máquina de producción”, sino el ordenador con el cual él trabaja. Es en este sentido que el artista efectúa, con Alfa & Omega, una migración desde la experimentación con la capacidad activa del oficinista para generar elementos estéticos -consignada por Michel de Certeau como “práctica de escritura”-, a la recepción pasiva -o “práctica de lectura”- de la tonadilla que acompaña el ritual de inicio y final de su jornada laboral y, para la cual, solo hace falta que pulse un botón.

Una ridícula pizca de recreo durante la cual el trabajador disfruta de un concierto de entre tres y cuatro segundos por parte de músicos de reconocimiento internacional como (en función de la versión del sistema operativo de su ordenador) el famoso compositor de música electrónica Brian Eno o uno de los guitarristas más influyentes de la Música de Avanzada, Robert Fripp. Melodías que se repetirán ahora de forma obsesiva en el espacio de la Capella de Sant Roc, remitiéndonos al gesto sistemático de poner en marcha y detener el ordenador.