Atravesando todos los lenguajes artísticos y haciendo del dibujo un medio versátil aplicable a distintas técnicas y soportes, el trabajo de Marta Blasco revela una concepción de la obra de arte que enfatiza tanto la autoría artística como la experiencia estética. Su indagación sobre la consistencia de las imágenes, sobre su peso simbólico y su tradición iconográfica, ofrecen un sustancial contrapunto a la fugacidad, evanescencia y temporalidad rápida propia de muchas obras representativas del arte actual.

Concebida como un itinerario transversal a través de diversos lenguajes artísticos y comisariada por Pilar Ribal, su exposición en el Área 1 del Casal Solleric de Palma, reúne una selección de las pinturas, dibujos, videos y planchas de cobre que Blasco ha realizado desde 2004 hasta la actualidad. Este recorrido, no sólo refleja la progresiva maduración de una propuesta que entronca con las líneas de la figuración clasicista contemporánea, sino ... cómo, al hilo de sus incursiones en otros soportes y medios, la artista ha ido desarrollando una excepcional competencia técnica.

Poseedoras de una entidad y una maestría artística deudora del gran arte europeo que todos admiramos en los museos, particularmente de Ingres, Mantegna, Millais, o, entre otros, Patinir- las obras de Marta Blasco propician la fusión de influencias características de la figuración contemporánea (las cinematográficas, literarias y estéticas en general), llevando a cabo una relectura de uno de los géneros más representativos de la historia del arte occidental: el retrato.

La búsqueda de un lugar para la imagen, condujo a la artista desde esas pinturas paisajísticas inspiradas en las obras de El Bosco, hasta la interpretación de algunas de las iconografías femeninas románticas y religiosas más potentes, como las de Ofelia y la Ascensión, temáticas que ha desarrollado tanto en esos imponentes dibujos a lápiz de gran formato como en sus versiones videográficas y en esas 'pinturas-boceto' que trazan un posible nuevo desarrollo de su trabajo.

Es decir, su 'vuelta a la pintura' se ha realizado con importantes escalas definidas por la lógica del dibujo. Particularmente, con su trabajo a la 'manera negra' sobre planchas de cobre que Blasco trata ya no sólo como matrices sino como obras únicas. Excepcionales, los retratos surgidos de esas miles de incisiones sobre el metal que enlazan con las actuales prácticas del 'dibujo expandido', requieren de una gran cercanía visual para revelar ese detallismo y minuciosidad que sobrevuela toda la producción de la artista.

Mención aparte merecen los 'Corpus' de Marta Blasco, composiciones de un erotismo sutil que enlazan con las representaciones religiosas de cuerpos yacentes y marcan un punto álgido en el conjunto de la exposición. Pocas veces la mirada de una mujer sobre el cuerpo de un hombre se había revelado tan personal como sensible.

Estamos, en suma, ante el trabajo de una artista en plena efervescencia y desarrollo que conjuga el uso de las técnicas de la imagen en movimiento con la representación de la quietud, y la práctica de la pintura tradicional con las formas expandidas del dibujo. Todo un elogio a la autoría, que frente al entramado fugaz de las imágenes contemporáneas reclama el espacio conceptual de un arte de huella y sombra.