La Fundación Novacaixagalicia inauguró hoy a las 20.00 h la muestra «O bodegón oculto. A naturaleza morta na arte contemporánea galega», un proyecto expositivo conformado con fondos de las colecciones de arte de Novagalicia Banco y de la Fundación Novacaixagalicia y coordinado por Carlos L. Bernárdez. El acto de presentación al público, que se desarrolló en la sala de exposiciones del centro sociocultural de la entidad en A Coruña, situado en el cantón Grande, s/n, contó con la presencia del propio Carlos L. Bernárdez y de María Teresa Cores, directora de contenidos socioculturales de la Fundación Novacaixagalicia. Esta última destacó la rica y variada representación de pintura gallega que ambas colecciones poseen y afirmó que «este hecho permite una multiplicidad de acercamientos a nuestro arte, en este caso, al género del bodegón». Añadió, asimismo, que «para la fundación gallega es fundamental y obligado ofrecer a Galicia las diferentes ... perspectivas que sobre la historia del arte gallego la colección permite». Bernárdez, por su parte, puso de relieve «la importancia de la muestra a la hora de conformar la visión de la tradición pictórica gallega a través de uno de los géneros fundamentales en la evolución de la pintura occidental y en el que se manifiesta, de manera bien acusada, la experimentación estilística que llevó a la modernidad».

La exposición permite apreciar los cambios de la naturaleza muerta en el arte gallego y ponen en evidencia a importancia de este género como fuente de experiencia formal, de tal manera que los artistas escogen los objetos por sus calidades estilísticas, buscando dar respuesta a los interrogantes de la pintura, ceñidos, en definitiva, a cuestiones de percepción y consciencia.

El discurso expositivo se articula de manera cronológica a lo largo de 39 obras que dan cuenta de los cambios conceptuales y formales del arte a través del bodegón. Inicialmente se presenta la naturaleza muerta en los siglos xvii y xviii, cuando, a pesar de disfrutar del aprecio de un coleccionismo culto y exquisito, era considerada un género menor, incluso inferior a la pintura de historia. Con el paso del tiempo, el bodegón fue cada vez más valorado y recuperado, finalmente, para la sensibilidad moderna, porque permitía, de manera excepcional, combinar la libertad expresiva a partir de un universo intimista y cotidiano, como hacen, entre otros, Francisco Llorens, María Victoria de la Fuente, Jesús Caulonga, González Pascual o Alfredo Souto. La representación de las cosas simples, por muy realista que se pretenda, se basa, en realidad, en percepciones que se alejan de cualquier objetivación y que reflejan el mundo emocional de los pintores; ahí están, por ejemplo, las obras de Urbano Lugrís, Antonio Tenreiro, Prego de Oliver o Luis Mosquera.

La muestra continúa en los años que inauguraron el siglo xx, marcados por una rápida sucesión de innovaciones radicales: el abandono del naturalismo en el dibujo y en el color y el rechazo de la construcción en perspectiva. El cubismo y sus derivaciones estarían en la cerna de este nuevo mundo referencial, como se puede observar en la obra de artistas como Braque, Picasso o Gris; su influencia en el arte gallego se aprecia en artistas como Luis María Caruncho, Rafael Úbeda o Luís Seoane.

Finalmente, el discurso cuenta cómo las fórmulas de acercamiento del arte más joven a la naturaleza muerta radican en el simulacro y en la distorsión. En las últimas décadas, el objeto sufrió una transformación radical a respecto de su utilización: a medida que el arte se tornaba más conceptual, este, paradójicamente, pasó a tener una preeminencia sobresaliente. La obra se torna abierta en sus posibilidades de manipulación formal, el objeto deviene en protagonista de esta manipulación y en fuente de infinitas lecturas. La descontextualización y la ironía permiten ilimitadas interpretaciones de la realidad a partir de esos objetos que irradian una fuerte intensidad afectiva. Estos, unas veces, juegan el papel de vehículo para una comunicación explícita y contundente, mientras que en otras ocasiones transmiten sensaciones con sutileza, ambigüidad o humor. Así lo manifiestan las obras de Antón Lamazares, Manuel Quintana Martelo, Miguel-Anxo Murado, Xesús Vázquez o Suso Fandiño.