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'Hay en la intimidad un límite sagrado que trasponer no puede aún la pasión más loca'

Ana Ajmatova (1889-1966)

El sentimiento de estas palabras es sobre los límites de la intimidad, la poeta rusa nos advierte de la importancia de esas fronteras imprecisas que delimitan el territorio de lo más privado. Las pinturas de Paco Ñiguez (Cartagena, 1959) en la serie 'Limite y Origen' nos sitúan en su intimidad, ese espacio del espíritu donde reposan nuestros secretos (no ... olvidemos nunca que somos nuestros secretos), donde respiran nuestros deseos, donde caminan nuestros sueños, donde se ordenan nuestros pensamientos, donde se expande nuestra espiritualidad, donde bombea nuestra energía, donde navegan nuestras inquietudes, donde bullen nuestros anhelos, donde susurran nuestras emociones, donde meditan nuestros ciclos vitales. La intimidad es el territorio donde residen las raíces sumergidas de nuestra vida cotidiana.

Hace tiempo, en un texto sobre pintura metafísica, expresé que esas obras son como puertas mágicas por las que, si nos apetecía, podríamos entrar a mundos tan reales como este, pero paralelos al que vivimos, nunca irreales, nunca fantásticos. Como en el tarot, hagamos elección de la obra de Paco Ñiguez que más nos atraiga y entremos por ella a esa intimidad, la de un creador de gran trayectoria pictórica metafísica, donde la figuración nos hermana por su cercanía con la trascendencia. Con esta invitación que el nos propone en esta exposición, tan especial que incluso ha retornado al óleo (sensación oleosa y perfumada), nosotros intentaremos disolvernos en esa pintura de la intimidad.