Siempre hay cosas a nuestro alrededor, podemos sentirlas en todo momento. Todo lo que necesitamos para empezar esto es una simple pregunta, sentiremos que ella hace más lento el paso del tiempo. Esto genera una ruptura en el cotidiano, una discordancia en lo que creemos como dado. ¿Cómo sigue todo? ¿Por qué te gusta la persona que te gusta? ¿Cómo le das sentido a la cadena de decisiones que te trajo hasta aquí?
La pregunta nos deja caer en el espacio, haciendo que estemos presentes, sintiendo los pies apoyados en el piso y nuestras manos sosteniendo un pedazo de papel. Los detalles comienzan a manifestarse y empezamos a confiar en lo que nuestro cuerpo sabe desde siempre, antes de habernos podrido la cabeza con televisión y lecturas sospechosas. Sabemos cuál es el arriba o el abajo de lo que vemos. Sabemos que la punta de los dedos es lo mejor para...tocar algo por primera vez.
Todas las cosas pueden ser leídas, si una importa todas importan. Podemos detenernos a observar su sustancia, su forma, su brillo, intentar decodificar su procedencia o cómo es que algo que parece pesado ahora lo vemos flotar o cómo algo que es liviano parece una estructura rígida de un material imposible de manipular. Escuchemos con atención lo que tenemos enfrente. Lo indeterminado de algo como posibilidad de pensarse más allá de sí mismo. La apariencia al borde de ser una aparición. El aire entre las cosas cobra forma y las cosas que cuelgan activan el aire.
Entrada actualizada el el 24 ago de 2018
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