DE LA PINTURA
El misterio de la pintura es el misterio de su eterna juventud, de la continua renovación de estructuras formales antiquísimas, codificadas en el bagaje genético y cultural de cada artista, modificadas por éste a través de su propia individualidad natural, nunca forzada, ni exigida, ni simulada, en un dejar que fluya lo que quiere hacerse visible, lo que emerge de su ser, lo que siendo suyo, aquel sólo conoce cuando nace, de un parto a veces difícil, a veces doloroso, en ocasiones frustrado.
Y eso, que ha nacido del artista, y que ha dejado de pertenecerle aun cuando siga siendo suyo de un modo inexplicable, eso que no es un producto ni tampoco un objeto, que se muestra pero no se exhibe, que siendo bello no tiene como objetivo el serlo, que transmite armonía y belleza, a través de una luz reflejada que es, sin embargo, propia, abre en...quien lo contempla espacios mentales, establece conexiones antes no existentes, ilumina lo oscuro y anula lo obvio, en una constante limpieza y desbroce de caminos que llevan a donde habita lo sagrado, lo indecible, ese territorio donde el habla ya solo es balbuceo, donde la mirada se ofusca y alucina y el pulso se aquieta y acompasa.
Así, la pintura señala el camino, ilumina el abismo, marca sendas y pasadizos, avisa de peligros o alienta el esfuerzo del que camina ensimismado en su propia contemplación, pues cada cuadro solo ilumina lo que estando en la mirada, permanecía hasta ese momento desconocido y oculto.
El cuadro es ese rectángulo ciego donde solo se ve lo que cada uno de nosotros es y sin embargo desconoce, surgiendo unas veces como un débil resplandor, otras, como un intenso fuego que abrasa el alma.
Andrés Rábago
Valle de Cabuérniga
Septiembre 2014
Entrada actualizada el el 16 sep de 2014
¿Te gustaría añadir o modificar algo de este perfil?
