Exposición reúne obras del argentino Carlos Furman. Él nació en Buenos Aires y se dedica a la fotografía teatral hace más de treinta años, lanzándose en esos territorios íntimos y secretos que son las milongas y los salones de baile movidos por los mismos desafíos impuestos por la ficción en el escenario: capturar ese momento fugaz, ese gesto seductor, la comunión de los cuerpos sombreados.
Tal vez porque incorpora una imagen tan típica de Buenos Aires, tan presente en su escenografía - sea real o soñada - que inevitablemente se convierte en un cliché, postal turística, un estereotipo visual del porteño al extranjero. O porque intentar capturar la sensación, la emoción y la habilidad del movimiento es una atracción irresistible, fotografiar el tango bailado puede ser una experiencia tan delicada como seductora.
Es conectar con un sentido más primitivo de la fotografía: dejarse llevar por los impulsos y la intuición. En sus...imágenes, inevitablemente, hay un componente "teatral" en el uso de claro-oscuro, en los cuerpos que se encuentran y desencadenan. Pero, también, en el descubrimiento de una figura, un gesto o un momento de intimidad, cuando el tango se despeja del movimiento.
Entrada actualizada el el 07 dic de 2017
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