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Margarita Sánchez y Sebastián Ubiría:

'Cuando un coleccionista privado muestra su colección al público siempre existe un elemento de pudor y desasosiego porque, de alguna forma, está mostrando al público parte de si mismo. En nuestro caso, sentimos al mismo tiempo una gran satisfacción porque, pese al placer que representa para el coleccionista 'la posesión' ... de obras de arte, siempre es muy frustrante e insatisfactorio tenerlas almacenadas y, sobre todo, no verlas expuestas que es, a fin de cuentas, el sentido último de cualquier arte. El Museo de Arte Moderno y Contemporáneo de Santander y Cantabria (MAS) nos ha dado una magnifica oportunidad para ver juntas algunas de las piezas de artistas que dormitaban en una nave-almacén.

Por todo ello, queremos agradecer al Director del MAS, Salvador Carretero, y a todo su equipo por haber decidido mostrar parte de nuestra colección de arte contemporáneo en el Museo. La selección que han hecho nos ha sorprendido gratamente porque hubiéramos pensando que irían por el camino más fácil y de menor riesgo, eligiendo las piezas de artistas más conocidos y consolidados. Sin embargo, con gran acierto, ellos han realizado una selección de artistas nacidos a partir de los años sesenta que trabajan y, de algún modo, están contribuyendo a conformar el arte del siglo XXI, algunos de renombre internacional, pero la mayoría jóvenes no tan conocidos, aunque con una potencial trayectoria por delante.

Nuestra colección viene marcada por dos líneas, en apariencia totalmente contradictorias, que esbozan hasta cierto punto nuestras diferentes identidades: por un lado, una mente muy racional y estructurada y, por el otro, el mundo de la pasión, el deseo. Estas dos tendencias dan lugar a una colección un tanto ecléctica, que pasa obsesivamente de lo 'conceptual' y lo 'abstracto' a un lenguaje más trasgresor de 'guiños' simbólicos y expresivos, que nos invita a mirar más allá de nuestra cotidianidad, produciendo una sensación en su conjunto de desazón, de inquietud y de equilibrio al mismo tiempo.' (Marga Sánchez y Sebastián Ubiría)

La inteligente incertidumbre de Pulso XXI (Colección Sánchez-Ubiría)

Salvador Carretero Rebés (SCR)

'De pequeño me quedaba prendado de la sencilla caja de lápices de colores Alpino que se vendían en todas las papelerías, pequeñas y grandes, pero sobre todo en la eterna tiendecita ubicada justo enfrente del 'cole'. Las había de mayor tamaño, con una presentación siempre minimalista, como no puede ser de otra forma, de acuerdo al formato del propio lápiz y colocados en su lógica gradación cromática. La marca Staedtler se llevaba los deseos más apetecibles, por cuanto el despliegue de su generoso contenido brillaba con poderío, como la de acuarelas de Garaicoa. En cualquier caso, la pequeña y modesta cajita Alpino ya te alegraba el día. Además de los simples lápices de colores, había cajitas de ceras, pasteles, acuarelas, etc., y bajo el mismo aspecto atractivo. Y cada barrita de color -sea cual fuere su técnica-, poseía -y sigue poseyendo- casi una vida propia especialmente heterogénea, en su uso, en su tiempo, en su espacio y, no digamos nada, de acuerdo al sujeto que lo utiliza. Cada caja, grande o pequeña, se torna única, por su objetiva diferencia sobre todas las demás. Ya no hay un lápiz -o varios- igual a los demás, de acuerdo al formato, siempre en disminución, y de acuerdo a la dispersión de su color y de su materia, con una presunta ubicuidad física.

Así es, en su uso, cada lápiz de color, cada barrita, posee un cambio de tamaño que es irreversible, término usado justamente en la presentación de la primera entrega de la colección Sánchez-Ubiría, en el Pazo de Cultura de Pontevedra, en 2009, primera vez que una selección de obras de la colección de Margarita Sánchez y Sebastián Ubiría es mostrada públicamente en este país, comisariada por María Peña Lombao. Ella optó por abordar la evidente doble personalidad de la colección: de un lado, una parte más apasionada e intuitiva, y de otro, la más formalista y constructiva, donde Marga y Sebastián, respectivamente, se muestran con claridad de acuerdo a sus criterios, con piezas de artistas de una relevancia internacional de las últimas décadas. Lombao optó por una selección donde obras de artistas internacionales contemporáneos reconocidos compartían proyecto con las de otros artistas de nuevas generaciones; se concitaban piezas de, al menos, cinco signos, de anteayer, de hoy, de la mañana, de los apasionados y de los formalistas..., compartiendo sanamente espacios de exhibición elitista. Y gracias a que la colección Sánchez-Ubiría posee poderosas virtudes, muchos y muy variados lápices de colores o barras de acuarelas, en Galicia los nuevos y novísimos compartían diálogo con los Hütte, Struth, Ruff, Tunga, Michailov, Cristina Almeida, Matta-Clark, Dorner, Coplans, Knoebel, Simmons, Mapplethorpe, Deacon, Caldas, Susana Solano..., añadiendo a los Gursky, Grünfeld, Sekula, Araki, Tübke, Nauman, Zimmermann, Wurm..., casi todos ellos contemporáneos y que también están representados en la magnífica colección con excelentes obras de todos ellos.

Su renuncia es dolorosa, pero como quiera que hemos tenido varias oportunidades de disfrutar de obras de casi todos estos artistas citados en distintos proyectos expositivos pasados organizados por el MAS, he decidido tomar postura por lo más actual. También hemos dejado en el almacén importantes obras de la colección de interesantes artistas, como son Naia del Castillo, Nicola Costantino, Rosalía Banet, etc., porque son artistas que ya han expuesto en el MAS y hubiera sido una reiteración y una torpeza, por nuestra parte al -entre otras cosas- restar posibilidad para la exhibición de obras de otros artistas con los que el MAS aún no ha trabajado; o porque el montaje se tornaba delicado y preocupante en su conservación, como la mágica instalación de Mónica Bengoa, artista chilena con la que no hemos llegado a trabajar, pese a nuestro interés.

El atractivo de la colección permite de esta forma una visión renovadora y rotunda, novedosa, fresca, atrevida, con la virtud concluyente de erigirse en un momento expositivo que muestra un verdadero pulso creativo de la última década y media, sin duda alguna. Y como quiera que no suelen existir muchas oportunidades para ello, he aprovechado -siempre contando con el gran trabajo de mi colega, compañera de trabajo y amiga Belén Poole Quintana, con quien comparto desde hace años, una poderosa identidad e identificación de objetivos artísticos y creativos- para abordar una visión de estas características.

Pulso XXI, es, por lo tanto, un proyecto expositivo colectivo creado y generado gracias a la generosidad de sus propietarios, desde el fundamento de lo más radical de su versátil, rica y fantástica colección, siempre crítica. Para la ocasión, no hemos construido un proyecto sobre un relato o relatos. De forma excepcional, hemos optado por organizar una exposición colectiva, para mostrar un cierto y verdadero pulso del arte contemporáneo internacional de nuestro tiempo. Se añaden a la caja de acuarelas, más barritas que comparten espacio -en modo alguno sustituyen- con las demás. La caja de acuarelas de Garaicoa, con su sentido constructivo y arquitectónico, siempre irónico, nos es útil para pensar en ello, y revisitar otros aspectos de la actualidad.

De esta forma, componemos un amable recorrido, circuito de disfrute heterogéneo e interesadamente incierto, con los iberoamericanos en la planta inferior. Se muestran los críticos y reflexivos papeles del peruano Acevedo; la inteligente contaminación también crítica de su compatriota Gamarra; la poética natural y abstractizada de Teresita Fernández; el socialmente crítico venezolano Apóstol ante -para él- el fracaso de la modernidad; la portuguesa César que indaga emocionalmente sobre la ficción de la realidad; el argentino Gordin que invita a pensar y deducir entre la ficción y el terror; la realidad urbana y asamblearia del argentino Macchi; la sencilla amabilidad autodidacta de Hasper; o la recontextualización de Navarro. Del ámbito arquitectónico y urbano, destaca la también sensible poética interpretación museística de los brasileños Almeida, con inteligentes dosis clásicas, y Do Espíritu Santo, con su racionalismo escultórico; el planteamiento del portugués Barateiro que prefiere revisar las propias interpretaciones; o el elogio urbano del lisboeta Toscano, con el uso de las nuevas tecnologías. Entre los españoles, está representada la protesta o crítica contra la libertad del vasco Gracenea; la narrativa crítica social y urbana de Lazkoz; el desarrollo texturalmente cálido, riguroso, de Mont; y la indefinición animada de Renes.

La colección trabaja también ponderadamente el resto de Europa y el mundo anglosajón que se muestra en la planta superior. La dualidad general de ambos coleccionistas, se vuelve a manifestar de forma muy particular, con un gran lienzo emocionalmente constructivo de Nitsche; los atractivos procesos de la italiana Beecroft, donde el protagonismo de la mujer en su implicación crítica se torna fundamental; la visión limpia de la instalación de Calais; los sensibles y realistas retratos fotográficos de Tübke, directos y sinceros, la pintura de Carpenter que enlaza con las propuestas pictóricas de hace pocos lustros, en parecido romance al de Seitz con su reciprocidad cromática, o de la hermética mitología de los Tobias; los aparentemente ingenuos dibujos del canadiense Dzama; la irreal e inquietante pìntura de Fröhlich; frente a la mágica deslumbrante de la espiritual instalación de Lane; hasta la fría y orgánica abstracción epidérmica de Martin; las contradictorias e inteligentes creaciones de Melsheimer; las escenografías panorámicas, analíticas en cuanto al comportamiento humano de Hans Op De Beeck; el desarrollo espacial de Weber; o, finalmente, la curiosa interpretación de Simpson, de modesto bodegón llevado a otra escala.

Pulso XXI muestra un constante tono y grado de incertidumbre que me interesa -análoga a la sensación inquietante que nos produce el trabajo del portugués Cortesao, al apropiacionismo de la bonaerense Da Rin, al espacio estrujado de Ángela de la Cruz en buscada inestabilidad deconstructiva, a la dualidad de lo presuntamente imposible del brasileño Damasceno, o a la limpieza también inquietante de la pieza escultórica del Atelier Van Lieshout-, provocando situaciones antaño imposibles, posibilitando posicionamientos confrontados cuando antes era impensable, pudiendo incluso estar y ser en ámbitos y espacios diferentes de forma simultánea, y, a la vez, estar mutuamente influyéndose, yendo a un encuentro sorprendente en sentidos contrarios. Es, sin duda, otra de las grandes virtudes de la colección, por cuanto su registro cuántico de apuesta es sencillamente revelador, ejemplar, ideario utópico y ficticio que se hace realidad.' (SCR)