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Javier Carricajo. La ambigüedad de las evidencias

'... paradójicamente, el protagonista parece ser un elemento que no está. Y la sensación de que algo se nos escapa, de que algo nos es ocultado. Pintar para no contar un secreto.'

Magalí Piano

Javier Carricajo es dueño de una técnica pictórica clásica, depurada, laboriosa, con la que replica, por medio de pacientes veladuras, los claroscuros y la dorada luminosidad de Rembrandt, Velázquez o de los pintores venecianos. Sus conocimientos de anatomía -hizo estudios en la Facultad de Medicina de Rosario- permiten que algunas de sus figuras trasunten un naturalismo que alcanza cierta crudeza, atemperada por la ... morbidez de las carnaduras y la suntuosidad de algunas texturas. Usa este repertorio de escuelas tradicionales, consagradas por la historia del arte y por la recepción pública, para acometer temas y personajes de una actualidad manifiesta, provista sobre todo por la utilización de fotografías que el mismo artista toma de individuos de su entorno. Este mecanismo da lugar a una paradoja temporal, causa de una vacilación interpretativa que parece contraponerse a la aparente facilidad de acceso al motivo, garantizada por la mímesis representativa.

A este naturalismo hay que añadir que muchos de sus trabajos se organizan en series, circunstancia propicia para desarrollar narraciones concatenadas. Sin embargo, una de las estrategias del artista es dejar las secuencias incompletas, como si fuera una película a la que se le han cortado unos cuantos cuadros, tantos como para tener que ser considerada como una deliberada modalidad de edición, con la que se busca aumentar el interés de las imágenes que interpelan al que las mira con más cuestionamientos que certezas. La falta de continuidad lógica, da lugar a lecturas plagadas de posibles alternativas y disyunciones, creando vacíos de información, aptos para acicatear la imaginación del espectador.

Así trabaja en obras como Esas son perlas que fueron tus ojos, pinturas en las que un mismo motivo es tratado variando el encuadre, uno de los recursos de su procedimiento. En la primera aparece una joven exangüe que sostiene en una de sus manos un manojo de perlas, las que también rodean su cuello, más algunas que desenhebradas se derraman sobre el piso. Este último detalle es el único indicio de posible violencia ya que da la idea de que el collar se ha roto en alguna clase de forcejeo. Todo queda en un terreno hipotético, entre el cliché de la escena de película policial y la extrañeza de ciertos detalles que desplazan el sentido de lo presumible como evidente. Si se observa con detenimiento, unas formas semejantes en todo a las perlas, asoman en uno de los ojos de la mujer, una suerte de secreción asociable a las lágrimas pero ubicadas en una zona de la esclerótica -el sector blanco del globo ocular- que no se corresponde con la posición de la cabeza y ni con la ley de gravedad. Por otro lado este desplazamiento es acompañado con otro que se produce al relacionar los ojos con las perlas cuando es más común, por su blancura y regularidad, asociarlas con los dientes de una bella sonrisa. Pensar en ellas como ojos remite al órgano como pieza anatómica, y a los 'ojos en blanco', es decir, ciegos o muertos. Ya se ha establecido la relación de la pintura de Carricajo con la filmografía de Alfred Hitchcock, pero hay en este caso un vínculo posiblemente más específico con una secuencia de Psicosis, cuando el desagüe de la bañera se superpone al ojo desorbitado de Janet Leight que acaba de ser asesinada por Anthony Perkins. Establecida esta relación intertextual, la interpretación del cuadro se encamina hacia el universo criminal.

Del mismo modo que el director inglés, en la segunda obra de la serie el artista aplica su zoom pictórico, para solo mostrar la mano con el collar, en donde la mirada se deleita en la exactitud -verosimilitud en realidad- de la representación de los objetos, mientras se confirma que el fragmento no puede estar mostrando otra cosa que la pista de un asesinato.

Carricajo juega con nuestros hábitos culturales y sociales, y pone en primer plano el rostro entre atónito y expectante de una mujer también joven -sus modelos se circunscriben a sus contemporáneos-, superpuesto al torso desnudo y de espaldas de un hombre. Entre su título -Nada que no quieras que te haga II- y la colocación de la cabeza de la chica con su boca entreabierta a la altura de los genitales de la figura masculina, hace que la referencia al sexo oral resulte obvia. Pero en realidad la apertura de la escena es tal, que se torna muy difícil aseverar quién le hará qué cosa a quien. En todo caso las expectativas creadas por la imagen encuentran su cauce en los deseos subjetivos más que en las evidencias ofrecidas. En el otro extremo del arco de las recepciones potenciales, porqué no pensar esta composición como una escena de taller de pintura, en la que 'lo máximo que se le hará' al desnudo es dibujarlo.

Las referencias a otras obras de la producción precedente del artista se reiteran con frecuencia. En la pintura anterior se encuentra el musculoso cuerpo masculino de uno de los protagonistas de Uno que es y otro que quiere, mientras que la figura femenina resulta familiar si la comparamos con la de La práctica, ambas series realizadas en 2007. Del mismo modo Apretado II, remite a Entre nosotros de 2008, donde manos enfundadas en guantes negros de cuero someten a una muchacha a un juego ambiguo que se aproxima al sadismo. La pieza actual se convierte en una suerte de 'precuela' del conjunto mencionado, en donde las manos se aprestan a ajustarse los guantes, con una diligencia y energía que anticipa el goce, sea lo que sea para lo que se estén preparando.

En sus composiciones el artista echa mano del 'fuera de campo', recurso cinematográfico muy empleado en escenas de suspenso o de terror, al que le suma otros provenientes del lenguaje televisivo. Para la elaboración de sus imágenes parte de bocetos dibujados que combina con fotografías y procesamientos digitales. Con estas herramientas Carricajo coloca a sus modelos, aunque se reconozcan como familiares, en situaciones amenazantes, en las que siempre se desliza lo inexplicable y desafiante, que unido al tratamiento sensual de la materia pictórica, confiere espesor significativo a sus obras, al tiempo que les otorga una atracción irresistible que, con cierta culpabilidad, sospechamos morbosa.

Adriana Lauria

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Sobre el autor:

Nacido en 1981 en la ciudad de Rosario. En el año 2005 se recibe de Licenciado en Bellas Artes en la Universidad Nacional de Rosario. Participó de seminarios de análisis de obra con el artista Luis Felipe Noé, en el 2006 y en el Centro Cultural Rojas, en el 2007.

Sus obras forman parte del patrimonio del museo Castagnino-MACro y de colecciones privadas de Argentina y España. Fue ganador del Premio Adquisición del Fondo Nacional de las Artes en el LXI Salón Nacional de Rosario 2007 y de la Beca Estímulo para Jóvenes Artistas Plásticos de la Fundación Nuevo Banco de Santa Fe, Año 2006. Fue seleccionado finalista en el premio Itau 2012 en Buenos Aires.

Ha expuesto en: Centro Cultural Borges (Bs. As.), Fondo Nacional de las Artes (Bs. As.), Galería Luís Adelantado (Valencia, España), Museo Castagnino+Macro (Rosario), ArteBa´10 y ´11 Stand Gachi Prieto Gallery, (Bs. As.), Museo Diario La Capital (Rosario), entre otros espacios públicos y privados. Participó de la restauración de los murales del Teatro El Círculo, Rosario, año 2004. En el 2006 restaura las pinturas de los antiguos Tribunales de la ciudad de Rosario, actual Facultad de Derecho.

En el 2011 realizó una importante muestra individual en el Museo Castagnino de Rosario, prologada por Ana Martinez Quijano. También participó junto a otros siete artistas de 'PIC-FIC', en el espacio Rosarino de la fundación Osde, con la curaduría de Beatríz Vignoli, y fue seleccionado como uno de los representantes de Santa Fe para la muestra itinerante 'Argentina pinta bien', que culminó en el Centro Cultural Recoleta 2012 (Bs. As.) con curaduría de Florencia Battiti, Cecilia Fiel y Adriana Lauría.