La Galería Marlborough de Madrid se complace en presentar la exposición colectiva Año Zero que tendrá lugar desde el próximo 2 de diciembre hasta el 5 de febrero y que reúne a todos sus artistas alrededor de la idea de un nuevo comienzo, de renacimiento tras una larga época de letargo.
El año 2022 representa un doble hito: es un cambio de década para la galería Marlborough que celebra el 30 aniversario de la apertura de la sede madrileña pero también un cambio de ciclo en términos colectivos para toda la sociedad. El paréntesis generado por la pandemia ha atravesado los procesos creativos de todos los artistas. Para algunos ha supuesto una pausa, la imposibilidad de acceder a sus estudios les ha empujado a explorar nuevos caminos; para otros, un inesperado espacio de libertad en el que no estaban sujetos al juicio de un posible espectador.
“Tal vez todo esto del...confinamiento tenga algo de alegoría sobre la experiencia del pintor”, reflexiona el pintor Julio Vaquero. “Desde la penumbra interior observamos la luz del mundo que está ahí fuera, pero al poner un velo frente a la zona luminosa, la plenitud de lo real aparece bañada de ambigüedad y parece diluirse en sus propias sombras proyectadas. Todo parece confundir nuestra percepción como en un juego estimulante que nos remite al viaje que emprendemos a través de nuestras formas mentales”, dice Vaquero. La suya es una de las obras que ha sido creada ex profeso para la exposición, así como las de Alfonso Albacete, Soledad Sevilla, Abraham Lacalle, Pablo Armesto, Francisco Leiro, Juan Correa y Luis Gordillo.
El pintor presenta las obras Escenario y Un Recuerdo: dos pinturas del mismo formato que corresponden a un tema sobre el que el artista lleva trabajando los últimos dos años a nivel individual y en series. “Es un tema amable que tiene alguna relación con el jardín. Al elegir este ambiente más bien optimista intento crear una metáfora que refleje la posible restauración del mundo después de esta epidemia”, explica sobre sus obras. El cuadro de Alfonso Albacete también proviene de la cristalización de un trabajo previo. Solo Oslo pone de manifiesto el interés del artista por el juego y el azar y su intención de abrir una serie sobre este tema. “Solo y Oslo son dos palabras que definen la situación vital o moral y el destino. El título es un juego de palabras”, explica Albacete. En el cuadro se aprecia un barco iluminado por la extraña luz del sol de medianoche noruego. “El barco de mi cuadro está entre la oscuridad y un horizonte más iluminado. No tengo la idea de cero, más bien entiendo la existencia como un proceso en el que se van atravesando estancias. Creo que esta estancia, la de la pandemia, los últimos tiempos, es una estancia en la que estamos de salida”, concluye el artista.
Francisco Leiro presenta siete piezas de tamaño medio bajo el genérico título de Naturalezas Muertas. En ellas se combinan diferentes elementos simbólicos en materiales diferentes: plástico, madera, caucho, hierro,cemento,mármol y granito. El título podría también remitir a los gabinetes de coleccionista donde se acumulaban objetos de todo tipo. Concebidas en plena pandemia de alguna manera invocan al silencio, al vacío que en aquel momento imperó en el mundo entero. Los elementos antropomorfos aluden a la memoria rota, reconstruida e invariablemente alterada.
La obra de Pablo Armesto supone un nuevo comienzo en sentido literal. Su título proviene de unos versos de Simone Weil: “la necesidad de luz / produce luz”. Y aunque esta luz ha sido hasta el momento el elemento central del trabajo del artista asturiano, la obra presente en esta exposición tiene el color como elemento central. “No creo que sea cierto que las mejores ideas surgen en las crisis, más bien al contrario, las crisis nos bloquean. Esta pieza representa el impulso de volver a comenzar. Se trata de un trabajo de transición hacia el color”.
La muestra incluye también obras de Pedro Almodóvar, Blanca Muñoz, David Rodríguez Caballero, Juan Navarro Baldeweg, Hugo Fontela, Manuel Franquelo, Juan José Aquerreta y Antonio López que cada artista ha seleccionado entre sus trabajos más recientes siguiendo el hilo conductor de la exposición.
David Rodríguez Caballero ha escogido una de las piezas que formalmente se distingue más e su corpus “Tiene que ver con ese momento de vacío, de lapsus. Para los artistas fue importante porque nos enfrentamos al trabajo con los materiales que estaban accesibles en el momento y libres de la idea de que esas piezas iban a ser vistas, lo que les confiere cierto sentido de pureza”.
La muestra se completa con una gran instalación de Riera i Aragó que ocupa una de las salas de la galería y otra sección dedicada a varias obras provenientes de los legados de Juan Genovés, Martín Chirino y Alberto Corazón.
Año Zero coloca en una posición de diálogo esta selección de obras con otras de nueva factura. El resultado es un viaje de exploración por las experiencias, las reflexiones y los aprendizajes surgidos de esta etapa de crisis sin precedentes que ha cambiado nuestra manera de ver el mundo y, en el caso de los artistas, de representarlo.
Entrada actualizada el el 17 nov de 2021
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