Bonifacio Alfonso Gómez Fernández (San Sebastián, 1933-2011) o como todos le conocen, BONIFACIO a secas, tuvo una vida novelesca, huérfano de padre por culpa de la Guerra Civil, vivió una postguerra dura, paso por todo tipo de oficios, monaguillo, botones, batería de Jazz, pescador, pintor de brocha gorda, incluso fue torero, pasión que le acompañó toda su vida y que fue comparable con su pasión por la pintura. Esta pintura extremadamente personal y difícilmente clasificable es un reflejo directo de su intensa vida a la que se entregó al igual que a su pintura de manera absoluta.

Este pintor anarquista como lo denominó Ignacio Ruiz Quintana, pintó siempre con toda libertad, como un espíritu libre sin atarse a ninguna moda ni estilo pero con un gran conocimiento sobre el arte. De la tradición pictórica española: de Goya, de Velázquez; de las corrientes europeas: del Grupo CoBrA, ... del Art Brut; del arte Americano: de De Koonig, de Pollock; del arte primitivo y del arte africano Bonifacio recogió las trazas que más le interesaron para construir su obra.

Los extraños personajes de Bonifacio, sus pinceladas furiosas, sus formas eróticas inundan la Sala kubo-kutxa en Donostia, su ciudad natal, después de 54 años desde su primera exposición en el Ateneo Guipuzcoano. Sin pretender ser una exposición antológica recogemos una selección de las mejores obras de este autor no siempre justamente conocido o reconocido.