Continuamos los Ciclos en la Colección con una exposición que muestra el proceso en que los conceptos de escultura han evolucionado en Colombia en la generación de artistas que componen la modernidad.
Una oportunidad única para conocer parte de la gran colección que alberga el MAMBO.
Para Baudelaire, el arte moderno es un arte enamorado de su tiempo, el cual es a su vez infinitamente deseable y aterrador. Ese tiempo es la vida misma en su expresión más pura: el cambio y es también su oposición: la cesación del movimiento vital, la muerte. A partir de 1910 y durante toda la década de los 20, en el arte se descubría no sólo la abstracción sino la abstracción geométrica, su lenguaje más radical el Constructivismo y sus diversas vertientes: Dos de los pioneros de la abstracción y de la consolidación de la Modernidad en Colombia: son Eduardo Ramírez Villamizar y Edgar Negret.
Así,...la exposición posee una línea de tiempo en la que se evidencia el modo como se han transformando los conceptos y materiales de la escultura en nuestro país, desde la generación que consolida la modernidad y quiebra el academicismo con sus dos mayores exponentes Edgar Negret y Eduardo Ramirez Villamizar, hasta llegar al siglo XXI.
.
En 1944 Negret regresa a Popayán, su ciudad natal, luego de haber concluido sus estudios en la Escuela de Bellas Artes de Cali. Durante este año, conoce al escultor vasco Jorge Oteiza, invitado como profesor en la Universidad del Cauca. Oteiza se convierte en su maestro, y le brinda los nuevos postulados en el arte a través de sus conocimientos, ensayos y libros, con él conoce la escultura del británico Henry Moore. En 1949 realiza una exposición individual en la Biblioteca Nacional de Bogotá, en esta muestra presenta obras con una configuración abstracta como las esculturas denominadas: Venus, Muchacha en la ventana, Anunciación, entre otras obras. Gracias a Negret la escultura en Colombia dará un giro hacia a la abstracción alejándose de la tendencia nacionalista que se imponía en este momento.
Desde 1956 y hasta 1963 Edgar Negret se instala en Nueva York. Durante este período aprende nuevas técnicas como el ensamblaje de láminas curvadas. Investiga las máquinas industriales y sus objetos: tornillos, tuercas, lo que fusionará en sus esculturas modulares de colores rojo, azul y negro. De esta época serán sus Aparatos mágicos. También se interesa en la carrera espacial de los años 60, como en el programa soviético Sputnick.
Negret es un artista moderno en todo el sentido de la palabra, como se puede observar en la pureza de las formas de sus esculturas y en la coherencia estructural que maneja, fusionando la ciencia, lo orgánico, el espíritu y la herencia prehispánica por medio de un lenguaje desafiante: el de la modernidad
La obra de Eduardo Ramírez Villamizar posee una constante geométrica y constructiva y sus temas provienen de la naturaleza. Ramírez Villamizar se refería, en una conversación que sostuvimos: “Cuando trabajo en el mi taller, parto de las formas geométricas, realizo substracciones o adiciones y al final descubro que esta obra es un paisaje, árboles, caracoles, insectos que ya existen, puesto que la armonía de sus formas y sinuosidades obedece a la estructura perfecta que sólo se puede apreciar en la naturaleza y que únicamente se puede plasmar a través del rigor matemático. Desde mi estadía en París, observé con detenimiento las formas de la naturaleza y encontré en el caracol una de las esculturas más perfectas”.
A su vez, afirmó: “Uno de los encantos precolombinos es la unidad entre la arquitectura y la escultura. Cuando uno ve las pirámides o los templos unificados pueden apreciar los maravillosos frescos y relieves. Esa es la unidad que me interesa. Cuando en mi obra logro unificar los dos conceptos me siento feliz. A Torres-García lo he releído una y otra vez, pues su libro fue un manifiesto para los artistas latinoamericanos, ya que no era la corriente indigenista sino una serie de planteamientos constructivos alrededor de nuestra América. El Dorado, mural que realicé para el Banco de Bogotá en 1958 es la síntesis de la observación de los altares de las iglesias barrocas y de mi admiración por el diseño precolombino. Mi serie Recuerdos de Machu Pichu es la conjugación del misterio de la naturaleza y la sobriedad de la arquitectura.”
A finales de los años 60 Feliza Bursztyn rompe nuevamente los paradigmas de la escultura, utiliza la chatarra e introduce el movimiento a sus obras, siendo así la primera artista cinética del país. Sus Histéricas que se mueven constantemente o el Encaje Bruselas, realizada con dobleces de acero inoxidable y que toma de referente un delicado tejido que anteriormente se enseñaba como un oficio a las mujeres y a las monjas, encaje que es utilizado para confeccionar los velos que cubren a las novias. Feliza se atreve hablar de la mujer, de burlarse de las instituciones en un mundo en el que comienza a ser protagonista.
En los años 70 irrumpe una generación de artistas que se interesa por lo popular, por los objetos encontrados y los fragmentos. Emplean objetos de uso diarios como muebles y elementos no convencionales para proporcionarles nuevos sentidos, éstos no pierden su estructura formal y en algunos casos conservan su carácter funcional, los artistas los re significan, proveyéndolos de nuevos códigos, lo que posibilita nuevas lecturas. Entre ellos se encuentran: Bernardo Salcedo, Beatriz González, Fabio González, entre otros.
Bernardo Salcedo arquitecto de formación le imprimió a sus objetos su racionalidad y su agudo sentido de humor. Su trabajo proviene del cubo blanco al que le incorpora fragmentos de cuerpos de muñecos, piernas, cabezas, brazos u otros objetos como embudos, huevos de madera. Sus cajas blancas presentan un sentido incomprensible que va más allá de lo inmediato y nos recuerda algunos objetos del Dada. Sus títulos agudos, inteligentes e insolentes devienen en interpretaciones que se ligan al acontecer del momento y a lo conceptual.
La muestra cuenta con un capítulo de obras realizadas por una generación de Arquitectos en su mayoría nacidos en Antioquia que derivaron en la escultura, con un gran interés por la economía de medios, geometrías elementales, austeridad y la incorporación del espacio arquitectónico en sus obras, planteamientos que coinciden con el Minimal Art, tendencia que influye en artistas como: Ronny Vayda, Hugo Zapata, John Castles, entre otros.
Por ejemplo: el trabajo de Castles se configura a partir de la tradición geométrica abstracta en Colombia, específicamente por la de Edgar Negret. Sus esculturas tempranas son realizadas a partir de láminas de hierro oxidado y su preocupación gira en torno a la forma, las cualidades de los materiales. Trabaja con el material retando las fuerzas físicas como la gravedad, lo que le permite excluir los pedestales a sus obras, e instalarlas en el piso.
El trabajo de Lydea Azout se consolida a partir de su postura espiritual con el arte y la investigación en torno a temáticas de energías invisibles, fuerzas espirituales, el centro arqueológico San Agustín, trabaja con elementos naturales: madera, piedras y hierro considerando este material no como un elemento industrial, sino como uno celeste.
En oposición a los materiales empleados por Azout se presentan dos escultores que trabajan con los deshechos de la industrias : Álvaro Diego Gómez y Claudia Hakim, que toman estos elementos y los transforman evidenciando el material.
En los años 90 las obras tridimensionales quiebran los límites y las distancias que pueden existir entre una obra bidimensional, de esta manera la escultura asume otras convenciones, se enfrenta con otras dinámicas y realiza intercesiones con la pintura, el video, la instalación y se cruza con otras disciplinas del pensamiento.
Nadin Ospina Recibió influencia de los planteamientos estéticos del movimiento minimalista, el Pop Art y la escultura Posmoderna Norteamericana. En 1993 presenta la exposición Bizarros y Críticos instalación que se compone de varias piezas en cerámica y piedra, encargadas a falsificadores de precolombinos. Una obra que fusiona la crítica, el humor y la ironía. En 1996 participa en la V Bienal de Bogotá realizada en el Museo de Arte Moderno de Bogotá, donde representa la instalación Salón Colombia, en la que exhibe ídolos precolombinos fabricados con resina, cerámica y poliuretano entre sus personajes se encuentra Mickey Mouse.
Desde los 90 se puede afirmar que no existen fronteras, ni limitaciones en el arte. Por ejemplo, Danilo Dueños en Espejos pintura realizada a partir de una caja en formica, la cual pierde los límites de la bidimensionalidad. O los palnteamientos existenciales de la escultura de Edgar Guzmanruiz
donde una silla dialoga con otra enfrentándose a las problemáticas del ser contemporáneo la ausencia del ser humano.
Un recorrido que nos invita auscultar en los procesos y lenguajes de los artistas
María Elvira Ardila
Curadora Museo de Arte Moderno
Entrada actualizada el el 16 ago de 2016
¿Te gustaría añadir o modificar algo de este perfil?
