Las esculturas de Jaime de Córdoba y las pinturas de Tina Rusiñol establecen un perfecto diálogo. Dos lenguajes artísticos que se comunican y se abren a la libre interpretación del espectador.
Jaime de Córdoba (Barcelona, 1961) es un escultor de amplio recorrido formado en la Universidad de Barcelona donde obtuvo su doctorado en Bellas Artes y donde ejerce como profesor titular. Su trayectoria profesional ha tenido especial presencia en España y Holanda. Además de su activa vida expositiva en galerías y ferias de arte europeo ha colaborado con distintas firmas de arquitectos en proyectos de intervención pública y en espacios privados institucionales.
Actúa con la reinterpretación del lenguaje escultórico de materiales tradicionales de la cultura mediterránea tales como la piedra, la fundición en hierro, la madera y los cementos. La instalación y anclaje de sus esculturas busca la ingravidez frente al peso del pedestal e interfiere en la idea de la escultura...como narración simbólica autónoma sin el uso del soporte tradicional. Son objeto de su poética la memoria del paisaje, el fuego como símbolo del hombre, la relación del hombre con las nuevas redes informáticas y el diálogo con el legado artístico. Sus referentes guardan relación con la poesía surrealista, la escultura prerromana íbera y etrusca y la pintura barroca. Engarza así con las nuevas corrientes neofigurativas europeas como la transvanguardia alemana o autores como Stefan Balkenhol o Miquel Barceló.
La propia artista Tina Rusiñol (Barcelona, 1976) comenta: "La obra que presento en la exposición de Galeria Anquins surge de mi interés por adentrarme más profundamente en las imágenes cotidianas retenidas en mi memoria. Su rememoración altera su apariencia temporal y óptica para dejar paso a un orden visual atemporal y subjetivo. Las escenas han sido compuestas para explicar la visión interior de situaciones posibles en una realidad diaria. Cada elemento representado en los dibujos se coloca en el espacio pictórico en razón del mensaje que quiere sugerir.
Otro aspecto determinante en mi obra es la necesidad de una relación estrecha entre las dimensiones de la obra y el tema. Algunas escenas son extensas y abiertas y otras íntimas y limitadas como ventanas hacia un impulso de esa memoria.
El color está muy focalizado o concentrado en determinados lugares de los cuadros que presento en Anquins. Esa concentración proviene del sentimiento del "flash" del recuerdo, del relámpago surgido del tema, y no se extiende a toda la obra. No es en sí un ejercicio "minimal" o de síntesis como pudiera pensarse.
Por último, que duda cabe, que en mis trabajos existe una representación de mi forma de entender el camino personal vivido que deseo alcance una amplitud compartida".
Entrada actualizada el el 12 may de 2015
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