Adentrarse en la obra de Francisco Arguello es sumergirse en un espacio íntimo en el que la luz natural acaricia toda la estancia. He tenido la oportunidad de seguir durante los últimos meses su trabajo en residencia, fino y esmerado, dando como resultado esta bonita instalación. Hoy se ha inaugurado en La Neomudejar de Atocha y os recomiendo ir a visitarla y vivirla sin prisas, observando como la luz perfectamente tamizada dibuja y establece un diálogo amable con todos los elemento instalados. Aguello ha intentando que su instalación estuviese íntimamente relacionada con el espacio que iba a habitar partiendo del concepto de memoria y tiempo. Durante éstos meses de trabajo ha ido experimentando la luz del edificio llevándole a descubrir juegos de luces a la diferentes horas del día. Esta es en si misma una instalación de luz natural que va cambiando según las horas del día siguiendo su recorrido natural permitiendo que la pieza duerma en las horas de menos intensidad.